jueves, 24 de abril de 2014

El efecto guarimba

                 

EL UNIVERSAL


El efecto guarimba

WILLIAM PADRÓN |  EL UNIVERSAL
jueves 24 de abril de 2014  12:00 AM
Costumbre, hábito, inquietud, protesta, desacuerdo, crítica, desgaste, tráfico, libertad, caos. Son muchas  las sensaciones que se están viviendo desde hace dos meses en los que se han instalado las guarimbas en algunas zonas de Caracas.

La gente defiende su derecho a la protesta y ve con malos ojos toda la crisis por la que estamos pasando. Parece un discurso automático: escasez, delincuencia, inflación, etc. Todos lo sabemos y vivimos, esa realidad nos une. Así que desde ese punto de vista los guarimberos desarrollan su descontento desde la base de esta coyuntura que es válida a la hora de meditar el problema... sin solución aún.

Otra parte de la ciudadanía les molesta la guarimba. Se ha desatado un caos en las vías de comunicación. Habitantes que no pueden salir de sus casas porque el paso está trancado, emergencias que atender, radicalismo a la hora de obstruir las vías. La tensión que produce una ciudad colapsada entre sus ciudadanos psicológicamente les afecta el día a día. Incluso los más pequeños deben sufrir el martirio que significa un grupo de personas decididas a bloquear los accesos mientras la inocencia de estos infantes no da pie al razonamiento iracundo de los guarimberos.

Una parte dice que ha funcionado, aunque parezca que la otra esté desgastada y amargada en las colas hacia sus destinos laborales. Lo que la realidad nos está diciendo es que hay una necesidad de salir a trabajar y atacar todo este problema sin abandonar nuestra rutina de vida. El sector entretenimiento, no me refiero a los grandes conciertos internacionales, por ejemplo, se está viendo afectado. Mientras radicales de oposición cuestionan que salgan a dar sus shows, la fuente de ingreso que tienen, los artistas también necesitan producir para llevar sustento a su hogar.

Seguimos sin oír al otro. Hacer comentarios despectivos sobre la tendencia política del otro sigue siendo un problema de raíz y la fuente de toda nuestra discordia en crecimiento. La culpa es de quienes están en el sistema sin hacerlo bien, no del que cree en cierta ideología y por convicción lo apoya. Ambos lados son vulnerables ante las decisiones de quienes gobiernan porque en un país en el que los políticos juegan a cambiar de tendencia según su conveniencia, los ciudadanos siempre van a ser instrumento de uso. Así que hay que ser críticos con ellos, hacerlos que cumplan su deber.

Me arriesgo a decir que una gran mayoría está cansada de estas prácticas callejeras. Se necesita componer al país trabajando, enseñándole a las nuevas generaciones el valor del respeto, la libertad de opinar y ser críticos sin afectar al otro.

El efecto guarimba lamentablemente comenzó a dividir a los opositores de esas zonas afectadas que deben convivir con la diatriba de si eso está bien o está mal, si es necesario que entre ellos mismos se obstaculicen el paso para producir, si es el precio a pagar por la impotencia de no poder llegar directamente a quienes tienen el poder y prefieren llamar la atención de esta forma.

Esto no le quita la irresponsabilidad del gobierno al no sentarse honestamente a escuchar los reclamos de todos sus ciudadanos.

@williampadron

williampadron@gmail.com

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