FIEBRE
AMARILLA
La fiebre amarilla es una enfermedad
vírica aguda, hemorrágica, transmitida por mosquitos infectados. El término
"amarilla" alude a la ictericia que presentan algunos pacientes.
Los síntomas de la fiebre amarilla
son: fiebre, cefaleas, ictericia, dolores musculares, náuseas, vómitos y
cansancio.
Una pequeña proporción de pacientes
infectados presentan síntomas graves, y aproximadamente la mitad de estos casos
fallecen en un plazo de 7 a 10 días.
El virus es endémico en las zonas
tropicales de África y de América Central y Sudamérica.
Desde el lanzamiento de la Iniciativa
contra la Fiebre Amarilla, en 2006, se han hecho importantes avances en la
lucha contra la enfermedad en África Occidental, y se han vacunado más de 105
millones de personas en campañas de vacunación en masa. En África Occidental no
se han notificado brotes de fiebre amarilla en 2015.
Las grandes epidemias de fiebre
amarilla se producen cuando el virus es introducido por personas infectadas en
zonas muy pobladas, con gran densidad de mosquitos y donde la mayoría de la
población tiene escasa o nula inmunidad por falta de vacunación. En estas
condiciones, los mosquitos infectados transmiten el virus de una persona a
otra.
La fiebre amarilla puede prevenirse
con una vacuna muy eficaz, segura y asequible. Una sola dosis es suficiente
para conferir inmunidad y protección de por vida, sin necesidad de dosis de
recuerdo. La vacuna ofrece una inmunidad efectiva al 99% de las personas
vacunadas en un plazo de 30 días.
Un buen tratamiento de apoyo en el
hospital aumenta la tasa de supervivencia. No hay tratamiento antivírico
específico para la fiebre amarilla.
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