EL UNIVERSAL
Elogio de la ignorancia
Los responsables fueron los cultos, bien-hablados,
perfumados, diplomados dueños del sistema...
CARLOS RAÚL HERNÁNDEZ |
EL UNIVERSAL
Domingo 13 de octubre de 2013 12:00 AM
Hasta entrado el siglo XX, en el pensamiento
político pesaba que el derecho al voto debían ejercerlo solo las elites
políticas, culturales y económicas. A esto se le llamó "régimen
censitario". Así las mujeres, los no educados y quienes no gozaban de
posesiones ni rentas, no podían elegir. Había que ser varón, instruido y con
propiedades. Gracias al forcejeo de las diversas corrientes de cambio
democrático, la socialdemocracia, el sindicalismo, las "sufragistas"
norteamericanas y la democracia cristiana, este derecho se extendió progresivamente
durante siglo y medio a los grupos mayoritarios y las mujeres, hasta la
conquista del sufragio universal, directo y secreto. Los revolucionarios
marxistas, anarquistas, fascistas, nacionalsocialistas y otros, despreciaban la
"democracia burguesa" y para ellos el voto era un instrumento útil
para destruir la sociedad, que luego había que eliminar.
Hitler aspiraba "barrer de Alemania cualquier
vestigio de la Revolución Francesa". Muchos resbalados y despectivos
siguen repitiendo consejas elitistas, particularmente con la irrupción
electoral en América Latina del neopopulismo revolucionario ¿Es atribuible a
los pobres e "ignorantes" lo que pasa en Venezuela, Bolivia, Ecuador
y Nicaragua? Hay una constatación empírica brutal: los neo-dictadores y otros
no tan neo, como Hitler y Mussolini, obtuvieron victorias en las urnas. Pero
para eludir el análisis de barbería hay que preguntarse quiénes los apoyaron,
los financiaron, cómo llegaron a la cumbre. Los ricos y famosos con frecuencia
suelen allanarle el camino a quienes traen el cuchillo entre los dientes y
protegerlos de los avatares que pueden cambiar el destino y dejarlos en el
camino, unos por el Síndrome de Estocolmo y otros por la ilusión de
"manejarlo".
Pescado se pudre por la cabeza
A Hitler lo nombra canciller nada menos que el jefe
de la aristocracia prusiana de los junkers, el
presidente mariscal Von Hindenburg, con la idea de que ese cabo austríaco, ese
simple patán, temblaría arrodillado frente a él. Trascendentales pensadores
sostienen que el éxito históricamente obtenido por movimientos totalitarios de
masas se debe a que los factores de poder les abren paso y liquidan los
mecanismos que la democracia tiene para defenderse de ellos. El filósofo
greco-francés Nikos Poulantzas acuñó una categoría que denominó "bloque
social en el poder", la alianza entre partidos políticos, gremios
empresariales y sindicales, instituciones del Estado, Iglesia y Fuerzas
Armadas, y ahora medios de comunicación. Su papel es sostener la democracia en
medio de los conflictos que la caracterizan y son su esencia. Lo mismo dice
DAHL en Poliarquía, y Sartori en Teoría de la democracia.
Es lo que estudiosos llamarían el pacto de gobernabilidad que permite poner en
cuestión todo, -para eso es la libertad-, menos la libertad misma y las
instituciones que la sustentan. Poulantzas en más de mil páginas de dos grandes
obras (Fascismo y dictadura y Clases sociales y poder político...)
explaya su hipótesis: el sistema colapsa cuando los factores de poder se
dividen y desde dentro del bloque de elites se apoya a destructores del orden.
Qué diferencia hay entre los tenientes coroneles Antonio Tejero y Hugo Chávez,
dos oficiales alucinados, ambiciosos, golpistas y sin escrúpulos, y por qué uno
estuvo 15 años preso y olvidado en el Castillo de San Fernando después que se
alzó en 1981 contra la naciente democracia española. El otro, luego de una
breve y divertida pasantía por Yare, salió para concretar todas las miserias
vividas y por vivir?
Síndrome de Estocolmo
A Tejero no lo complacieron con descabezar ni
enjuiciar al presidente contra el que atentó. Tampoco le dieron un
sobreseimiento de causa que lo declarara sin delito alguno, y no contrataron
sus secuaces en el gobierno como premio. Eso exactamente fue lo que hicieron con
el Galáctico que, enemigo del sistema, manejó la Corte de Justicia según le dio
la gana, como si la hubiera nombrado él, instancia que rechazó un recurso para
inhabilitarlo como candidato por sedición armada. A partir de ahí estuvo
rodeado de empresarios, dinero, aviones, intelectuales, periodistas y políticos
del sistema -Guillermo Sucre los llamó las "comadronas del golpismo"-
que celebraban sus desquiciadas propuestas, entre ellas "la
constituyente", luego aprobada por la misma Corte de Justicia. Connotados
intelectuales, plumíferos, artistas, se dividían entre los que lo apoyaban
apasionadamente y los que se dedicaban a destruir el único muro de contención
electoral, AD y Copey.
Los dos le habían hecho el favor de derrocar
al presidente democrático que aplastó el golpe, con lo que convirtieron al
golpista en héroe. Y el MÁS, no contento con la maravilla de haber apoyado
electoralmente al gobierno que fue una verdadera malaventura, ahora apuntala al
comandante como sucesor. El paladín golpista estaba listo para recibir el apoyo
masivo del "pueblo". El caos "se hizo carne, y habitó entre
nosotros" sin que los pobres, las mayorías ignorantes fueran más que
convidados de piedra de las miserias ilustradas. La candidatura era un producto
bien elaborado, con todos los ingredientes necesarios, con el apoyo de
importantes canales de televisión y medios impresos. La misma historia, o muy
parecida, de Bolivia, Ecuador y Nicaragua. Los responsables fueron los cultos,
bienhablados, perfumados, diplomados dueños del sistema, que traicionaron la
democracia.
@carlosraulher