EL UNIVERSAL
Remembranzas
La Democracia tiene sus propias y adecuadas autoridades represivas y preventivas
ARMANDO SCANNONE
| EL UNIVERSAL
sábado 1 de junio de 2013 12:00 AM
Ya juzgada, la sesión
tumultuosa -o más bien, la cayapa- de la Asamblea Nacional, queda el
recuerdo del acto mas bochornoso acaecido en ese hemiciclo. La
estrategia, preparada horas antes de la sesión, permite pensar hasta qué
punto el militarismo, con su propio estilo, está presente en la vida
civil, política y ciudadana del país. La actitud de los dos principales
estrategas de la cayapa, militares, no se puede pensar que
correspondiera a un arrebato momentáneo, sino a un comportamiento o
aprendizaje, que emerge espontánea e inconsciente; irreprimible, como
cualquier malcriadez. Algo similar a la del niño malcriado, que tocando
un pito hasta colmar la paciencia de la madre, que desesperada le hace
exclamar: ¡Por Dios, deja ese pito, que me vuelves loca! Y la respuesta
del niño es tirar con fuerza el pito y comenzar a llorar enardecido.
(¡No les doy la palabra! ¡Tampoco les pago!) También, alguna situación
vivida en la escuela, que quedaría fijada en el subconsciente. En este
caso, tendríamos que pensar en la Escuela Militar, de donde proceden y
donde es corriente un castigo desproporcionado o una dura reprimenda que
se debe sufrir callado, como inherente a la formación militar.
Los estudios militares comenzaron a tener, desde Pérez Jiménez, algunos cambios y a reflejar distanciamiento de lo civil, a pesar de que se les estimulaba el estudio de profesiones liberales, mientras continuaban ejerciendo la vocación y profesión de militar. Disminuyó la necesidad de los civiles asimilados, que compartían funciones con militares de carrera. Además, debido el régimen impuesto en las universidades, para cursar exitosamente, les resultaba forzado por las rigurosas obligaciones que también debían cumplir a la vez, y poder compartir con la que, les podría parecer vida "licenciosa" e independiente, de sus condiscípulos, lo que impedía la cercanía amistosa entre ellos.
Chávez, quien llegó al poder con un profundo resentimiento a lo civil, odiaba las universidades y deseaba que fracasaran, lo que sigue igual. Promovió la división entre los venezolanos y aún más, el distanciamiento entre civiles y militares, como si se tratase de ciudadanos diferentes. Prueba de ello su empeño en que muchos militares, aun sin estar debidamente preparados, desempeñaran puestos eminentemente civiles -ministros, legisladores, jueces civiles, etc.-, lo que ha sido continuado por Maduro, civil obrero. Esto ha sido muy probablemente en parte la razón del fracaso de los dos gobiernos, y consecuencia de la militarización del país.
La militarización de las calles, portando armas de guerra, en Caracas; y que se pretende en otras ciudades, para combatir la alarmante inseguridad, es no sólo contraria a la Democracia, que tiene sus propias y adecuadas autoridades represivas y preventivas, sino prueba del pensamiento militar para gobernar, inaceptable, que este gobierno heredó.
Los estudios militares comenzaron a tener, desde Pérez Jiménez, algunos cambios y a reflejar distanciamiento de lo civil, a pesar de que se les estimulaba el estudio de profesiones liberales, mientras continuaban ejerciendo la vocación y profesión de militar. Disminuyó la necesidad de los civiles asimilados, que compartían funciones con militares de carrera. Además, debido el régimen impuesto en las universidades, para cursar exitosamente, les resultaba forzado por las rigurosas obligaciones que también debían cumplir a la vez, y poder compartir con la que, les podría parecer vida "licenciosa" e independiente, de sus condiscípulos, lo que impedía la cercanía amistosa entre ellos.
Chávez, quien llegó al poder con un profundo resentimiento a lo civil, odiaba las universidades y deseaba que fracasaran, lo que sigue igual. Promovió la división entre los venezolanos y aún más, el distanciamiento entre civiles y militares, como si se tratase de ciudadanos diferentes. Prueba de ello su empeño en que muchos militares, aun sin estar debidamente preparados, desempeñaran puestos eminentemente civiles -ministros, legisladores, jueces civiles, etc.-, lo que ha sido continuado por Maduro, civil obrero. Esto ha sido muy probablemente en parte la razón del fracaso de los dos gobiernos, y consecuencia de la militarización del país.
La militarización de las calles, portando armas de guerra, en Caracas; y que se pretende en otras ciudades, para combatir la alarmante inseguridad, es no sólo contraria a la Democracia, que tiene sus propias y adecuadas autoridades represivas y preventivas, sino prueba del pensamiento militar para gobernar, inaceptable, que este gobierno heredó.
¿Habrá que revisar la admisión, formación y educación en nuestras escuelas militares, no para dictadores?
ascannone@gmail.com
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