EL UNIVERSAL
Permiso para estornudar
Es imprescindible solicitar permiso para comprar servilletas, margarina, pollo y leche
MIGUEL SANMARTÍN
| EL UNIVERSAL
sábado 1 de junio de 2013 12:00 AM
Este régimen infractor tiene
tanto tiempo enchufado en el poder, retenido por la vía del ventajismo,
abuso, amedrentamiento, chantaje, violencia, corrupción y mediante
complicidades institucionales que le permitieron, incluso, alterar la
voluntad popular en las urnas electorales (lo que lo convierte en
gobierno ilegítimo políticamente), que se cree con el derecho supremo de
imponer una ideología absolutista-sectaria y someter a su intolerancia y
arbitraria voluntad a una sociedad pacífica pero insumisa, levantisca,
tenaz, crítica, luchadora y, sobre todo, consustanciada con la
modernidad, el desarrollo y las libertades democráticas.
La estofa regente no se queda en la implantación del modelo político-policial, económico-estatista y social-dependiente copiado de Cuba y vigilado-chuleado por los hermanos Castro. Pareciera que no le satisface, todavía, el severo daño causado al país por ese afán obsesivo de imponer un comunismo retrógrado y fracasado. Por ello persiste en cubanizar a Venezuela, antes apreciada y respetada en el mundo, hoy objeto de burlas por la escasez de productos indispensables como jabones de baño, desodorantes, cremas dentales, toallas sanitarias, pañales, papel higiénico y -lo último- por el supuesto intento "criminal" de inocular (sic) al interlocutor del pajarito.
¿En qué clase de sociedad nos convirtió el castrochavismo? El desabastecimiento, la inflación, la inseguridad, los apagones y la destrucción-endeudamiento de Pdvsa, amén de la corrupción, son consecuencias de este disparate personalista-absolutista mal llamado Socialismo del Siglo XXI. Contra estos abusos, apuntalados por la subordinación de los Poderes Públicos y la militarización del país, reacciona la sociedad civil con protestas y, como contraofensiva, el régimen se ensaña con los estudiantes y dirigentes políticos (abriéndoles juicios amañados y amenazándolos con cárcel) y coaccionando (reuniones en Miraflores) a empresarios, comerciantes y medios de comunicación para que estos "informen" a gusto del régimen, como exige la presidenta del CNE.
La fragilidad e hipersensibilidad del régimen (receloso de sus propios cofrades, algunos con proyectos propios, y temeroso de ser descubierto en sus chanchullos) requiere que en el país no se mueva una hoja ni un autobús sin su conocimiento y aval. No participarlo es fascista. Conspirativo. Traición a la patria. El desacato puede causar que se pudran más medicinas y alimentos, que las iguanas causen más apagones y que aumenten las fallas en el metro. Por ello es imprescindible tramitar el permiso oficial para adquirir servilletas, margarina, pollo y leche, para toser y para que los dirigentes políticos opositores viajen al exterior y se reúnan con sus colegas.
La estofa regente no se queda en la implantación del modelo político-policial, económico-estatista y social-dependiente copiado de Cuba y vigilado-chuleado por los hermanos Castro. Pareciera que no le satisface, todavía, el severo daño causado al país por ese afán obsesivo de imponer un comunismo retrógrado y fracasado. Por ello persiste en cubanizar a Venezuela, antes apreciada y respetada en el mundo, hoy objeto de burlas por la escasez de productos indispensables como jabones de baño, desodorantes, cremas dentales, toallas sanitarias, pañales, papel higiénico y -lo último- por el supuesto intento "criminal" de inocular (sic) al interlocutor del pajarito.
¿En qué clase de sociedad nos convirtió el castrochavismo? El desabastecimiento, la inflación, la inseguridad, los apagones y la destrucción-endeudamiento de Pdvsa, amén de la corrupción, son consecuencias de este disparate personalista-absolutista mal llamado Socialismo del Siglo XXI. Contra estos abusos, apuntalados por la subordinación de los Poderes Públicos y la militarización del país, reacciona la sociedad civil con protestas y, como contraofensiva, el régimen se ensaña con los estudiantes y dirigentes políticos (abriéndoles juicios amañados y amenazándolos con cárcel) y coaccionando (reuniones en Miraflores) a empresarios, comerciantes y medios de comunicación para que estos "informen" a gusto del régimen, como exige la presidenta del CNE.
La fragilidad e hipersensibilidad del régimen (receloso de sus propios cofrades, algunos con proyectos propios, y temeroso de ser descubierto en sus chanchullos) requiere que en el país no se mueva una hoja ni un autobús sin su conocimiento y aval. No participarlo es fascista. Conspirativo. Traición a la patria. El desacato puede causar que se pudran más medicinas y alimentos, que las iguanas causen más apagones y que aumenten las fallas en el metro. Por ello es imprescindible tramitar el permiso oficial para adquirir servilletas, margarina, pollo y leche, para toser y para que los dirigentes políticos opositores viajen al exterior y se reúnan con sus colegas.
msanmartin@eluniversal.com
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