EL UNIVERSAL
Nicolás: ¿qué pasó con "el mejor amigo"?
¿A dónde viajó Chávez tan pronto Caldera
cometió el error histórico de indultarlo?
ADOLFO P. SALGUEIRO
| EL UNIVERSAL
sábado 8 de junio de 2013 12:00 AM
Cuando la reunión
Santos-Chávez en Santa Marta, en agosto de 2010, los interlocutores se
declararon "mejores amigos" este columnista afirmó (14-8-2010 Pág. 3-7)
que no pasaría mucho tiempo hasta que se volvieran a repetir las escenas
de gallera pública que han caracterizado siempre a la relación
colombo-venezolana. ¿Es que acaso somos dueños de la bola de cristal que
nos permite predecir el futuro? Nada de eso sino que analizamos con la
mayor profesionalidad posible el curso de la historia a fin de obtener
lecciones y apuntar a escenarios futuros. ¡Algunas veces acertamos!
El asunto es que Santos es presidente de Colombia -no de Venezuela- antepone los intereses de su país y posiblemente los suyos electorales propios por encima de otras consideraciones. Al hacerlo cumple con el mandato que le fue conferido por los votantes colombianos y ejerce el muy natural derecho de actuar según su parecer y tomar las decisiones que a su juicio más le sirvan las cuales -convenimos- pueden ser buenas o malas.
Nadie jamás pudo concebir en sano juicio que el heredero de la más rancia oligarquía bogotana profesaría su condición de "mejor amigo" de quien representaba la antítesis de todos los valores propios de su estamento a no ser que mediaran razones de esa pragmática conveniencia que hoy se denomina "real politik". Era evidente que ambos interlocutores emergerían del cónclave con pañuelo en la nariz en beneficio de intereses mutuos que obviamente no podían ser inmutables. Hoy vemos la prueba.
Santos fue anfitrión en Cali de la reciente Cumbre del Pacífico (una mini-ALCA) y hoy coquetea con la OTAN porque conviene a los intereses de su patria -tal como los percibe él- y por eso recibe a quien le venga en gana y se amapucha con quien le parezca, igualito como lo hacía Chávez y lo hacen sus sucesores con Ahmadinejad, Assad, Castro y en su momento con Saddam Hussein, Gaddafi o los dictadores de África.
Santos recibió a Capriles ejerciendo su soberano derecho y con todo el conocimiento de lo que iba a ocurrir con sus vecino; aprovechó de Capriles para sus necesidades de política interna y Capriles aprovechó también a Santos para llevar adelante la campaña de su parcialidad. Una verdadera simbiosis. ¿Es que acaso está eso mal?
Los clones del Comandante Eterno y sus corifeos reclaman aquello como injerencia en nuestra política interna cual si fuera la pérdida de la virginidad preservada ignorando que el mundo del siglo XXI es global, que la democracia y el flujo de ideas también lo son y por sobre todo que el socialismo del siglo XXI es una doctrina que ha buscado expansión metiéndose con quien le ha dado la gana sin miramiento alguno a los principios de "soberanía" que aúpan o ignoran según su conveniencia.
Por último: ¿es que acaso explicar posiciones y buscar apoyos en el exterior está prohibido? ¿A dónde viajó Chávez tan pronto Caldera cometió el error histórico de indultarlo? ¿Quién lo recibió y aconsejó? ¿Acaso se le etiquetó como traidor a la patria, se lo investigó o procesó?
Por eso seguiremos proclamando nuestra verdad a quien nos de la oportunidad de escucharla.
El asunto es que Santos es presidente de Colombia -no de Venezuela- antepone los intereses de su país y posiblemente los suyos electorales propios por encima de otras consideraciones. Al hacerlo cumple con el mandato que le fue conferido por los votantes colombianos y ejerce el muy natural derecho de actuar según su parecer y tomar las decisiones que a su juicio más le sirvan las cuales -convenimos- pueden ser buenas o malas.
Nadie jamás pudo concebir en sano juicio que el heredero de la más rancia oligarquía bogotana profesaría su condición de "mejor amigo" de quien representaba la antítesis de todos los valores propios de su estamento a no ser que mediaran razones de esa pragmática conveniencia que hoy se denomina "real politik". Era evidente que ambos interlocutores emergerían del cónclave con pañuelo en la nariz en beneficio de intereses mutuos que obviamente no podían ser inmutables. Hoy vemos la prueba.
Santos fue anfitrión en Cali de la reciente Cumbre del Pacífico (una mini-ALCA) y hoy coquetea con la OTAN porque conviene a los intereses de su patria -tal como los percibe él- y por eso recibe a quien le venga en gana y se amapucha con quien le parezca, igualito como lo hacía Chávez y lo hacen sus sucesores con Ahmadinejad, Assad, Castro y en su momento con Saddam Hussein, Gaddafi o los dictadores de África.
Santos recibió a Capriles ejerciendo su soberano derecho y con todo el conocimiento de lo que iba a ocurrir con sus vecino; aprovechó de Capriles para sus necesidades de política interna y Capriles aprovechó también a Santos para llevar adelante la campaña de su parcialidad. Una verdadera simbiosis. ¿Es que acaso está eso mal?
Los clones del Comandante Eterno y sus corifeos reclaman aquello como injerencia en nuestra política interna cual si fuera la pérdida de la virginidad preservada ignorando que el mundo del siglo XXI es global, que la democracia y el flujo de ideas también lo son y por sobre todo que el socialismo del siglo XXI es una doctrina que ha buscado expansión metiéndose con quien le ha dado la gana sin miramiento alguno a los principios de "soberanía" que aúpan o ignoran según su conveniencia.
Por último: ¿es que acaso explicar posiciones y buscar apoyos en el exterior está prohibido? ¿A dónde viajó Chávez tan pronto Caldera cometió el error histórico de indultarlo? ¿Quién lo recibió y aconsejó? ¿Acaso se le etiquetó como traidor a la patria, se lo investigó o procesó?
Por eso seguiremos proclamando nuestra verdad a quien nos de la oportunidad de escucharla.
apsalgueiro@cantv.net
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