miércoles, 30 de abril de 2014

Bárbara por Roberto Mata




#SaludEnCrisis “Él necesita un anticonvulsivo. Queda sólo para un mes”; Bárbara por Roberto Mata

Por Roberto Mata | 29 de Abril, 2014

Bárbara Buznego, 31, madre de Omar quien sufre de choques paroxísticos. Fotografía de Roberto Mata.
Bárbara Buznego, 31, madre de Omar quien sufre de choques paroxísticos. 
Fotografía de Roberto Mata.
                                                     






                                                        ─ Mami, ¿estoy enfermo?
                                        ─ No, mi amor. Es que me cayó algo en los ojos. Una pelusita.
Bárbara nunca se casó. Es madre soltera desde el cuarto mes de embarazo y padre a tiempo completo a partir del nacimiento de Omar. El padre biológico de su hijo es de quince y último. Vía transferencia. Fin de la historia, de esta historia.
El padre de Bárbara era fotógrafo de deportes. Tenía un equipo Nikon recién comprado cuando lo mataron para atracarlo en el Estadio Brígido Iriarte, a pocas cuadras de su casa en El Paraíso, en Caracas. Bárbara entendió la muerte a los catorce años.
Aún no la acepta.
Decidió estudiar para ser auxiliar de enfermería mientras Omar iba creciendo de forma normal. No notaba nada fuera de lo común.
Obtuvo su certificado y se especializó en pacientes de la tercera edad. La buscan de los geriátricos para que hiciera guardias de ocho horas por Bs. 300, junto a seres desamparados que aseguran haber tenido hijos también.
Faltando sólo tres meses para culminar el año escolar, una maestra con mucha decisión le informó a Bárbara que Omar, de siete años, no era apto para pasar a primer grado. Debía repetir el tercer grupo. No sabía leer fluido ni escribir y así no lo podían dejar pasar. “Se distrae y camina en clase. No presta atención”.
Para admitirlo en el primer grado, le hicieron firmar un documento en el que ella reconocía que no aceptaba que su hijo repitiera. Verse frente a ese papel la hizo decidir que Omar, su amado Omar, debía ver a un especialista: un neurólogo.
Después de muchos exámenes de laboratorio, un electroencefalograma mientras dormía, una resonancia magnética y exámenes oftalmológicos, apareció una expresión completamente inédita en el mundo de Bárbara: choque paroxístico.
Omar no convulsiona, no es epiléptico, no es autista, pero durante dos segundos sufre de pequeños choques eléctricos. Eso le pasa por lo menos una vez al día. Cuando sucede en el salón de clases, pierde la concentración, genera un déficit de atención. Él no se da cuenta.
“Debo reconocerlo, me deprimí. No paré de llorar durante una semana”. Pero Bárbara es una mujer de superar barreras.
Omar necesita un anticonvulsivo. Trileptal suspensión 6% (Oxcarbazepina). La primera vez que estuvo frente al medicamento compró seis frascos. Había escuchado que escaseaba. Aseguró entonces seis meses de tratamiento.
El tratamiento comenzó y Omar, de no copiar del pizarrón, no tomar dictado, salirse del salón, no entender nada de lo que explicaban, se convirtió en un estudiante con un promedio superior a los 15 puntos. Ahora es el Omar de maestras de primer grado orgullosas.
Hoy le queda sólo para un mes de tratamiento. Bárbara consiguió el último frasco en Maracaibo y se lo mandaron sin cobrarle nada. Todavía existe la solidaridad entre gente desconocida.
Cuando sale de su casa pregunta en cada farmacia por la medicina. Siempre tiene un dinero aparte escondido en la cartera por si la consigue. Pero no la consigue.
Cuando Omar olvida tomar la dosis de la mañana y se da cuenta en la planta baja del edificio, listo para el colegio, sube siete pisos por las escaleras y se lo toma con responsabilidad y gusto. Le parece rico. Y vuelve a bajar.
Si el tratamiento se detiene por no conseguir el medicamento, Omar volvería a ser el niño que no podía pasar a primer grado.
NOTA: El 6 de abril, Bárbara decidió abrir la cuenta de Twitter @donandomedicin1 para ayudar a otros en la tarea de conseguir medicamentos. Sabe que son muchos los que están viviendo esta situación. Poder ayudar es lo que la mueve.

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