EL UNIVERSAL
Todos somos parte de la solución
AGUSTÍN ALBORNOZ S. | EL UNIVERSAL
viernes 21 de junio de 2013 12:00 AM
En estos días me estuvo sonando varias veces en mi mente una frase de un artículo que escribimos hace dos semanas, la frase en cuestión era Siempre hay alguien que lo tiene peor que uno. Y pienso que una de las razones para que esto ocurriera es porque recientemente he escuchado a mí alrededor a varias personas quejarse, lo cual puede convertirse en un hábito muy nocivo.
También he visto en diferentes medios (TV, Internet, medios impresos, etc.), distintas situaciones donde las personas involucradas se destacaban especialmente por quejarse mucho. En este punto es bueno aclarar que aunque hay muchas cosas para cambiar en este mundo injusto, y que nunca debemos resignarnos a este estado de cosas, deberíamos concentrarnos más bien en lo que podemos hacer cada uno para mejorarlo, más que en quejarnos solamente.
Tanto así que al comenzar a recordar la frase mencionada antes, asimismo me vino a la memoria un relato de la vida real que le escuché en una oportunidad a una querida profesora, el cual me gustaría compartir con nuestros amables lectores. Se trataba de una muchacha a quien llamaremos Patricia, el relato a continuación lo narra la misma profesora que la conoció personalmente:
A Patricia, una joven de 22 años, le habían diagnosticado leucemia. Se había sometido a un tratamiento médico intensivo.
Patricia no había tenido una vida sin problemas. Su vida no había sido exenta de duras luchas, dudas e interrogantes. En realidad, un aspecto que le había resultado muy difícil fue que había nacido sin dedos en la mano izquierda. Eso le había hecho pasar grandes dificultades: que en su niñez otros niños se burlaran de ella, que la gente se quedara mirándola, que tuviera que depender de otras personas para que la ayudaran a hacer algo. El hecho de ser diferente fue difícil.
Patricia fue muy abierta y franca al hablar de la posibilidad de que viajara pronto al cielo. Expresó muy bien cómo se sentía. Pensé que lo hizo de manera asombrosa al tomar en cuenta que hablaba de algo que para la mayoría de las personas es una de las cosas más devastadoras que pueden imaginar y una de las más difíciles de enfrentar. Pregunté a Patricia directamente: Si vas al cielo en el futuro cercano, lo que parece probable, ¿deseas algo para quienes se quedan, alguna forma en que pudieran conmemorar tu paso al otro mundo? Si fueran a hacer algo en tu honor, ¿qué te gustaría que hicieran? .
Respondió: Me gustaría que la gente confiara más en otros, que viera más en profundidad, que viera más allá de lo obvio, que no se juzgaran unos a otros, que se aceptaran unos a otros como son y que estuvieran dispuestos a sacrificarse más por los demás; que pusieran primero a los demás en vez de a ellos mismos .
Quedé muy impresionada porque sus deseos estaban dirigidos a la felicidad de los demás, querer amar a otros incondicionalmente sin juzgarlos, lo que, al reflexionar en ello, hace maravillas no solo por el que recibe sino también por el que da. De verdad es la clave de la felicidad de todos.
Todo esto me lo contaron los padres de Patricia poco antes de que ella pasara a mejor vida.
Solo quisiera reflexionar con nuestros apreciados lectores lo siguiente: cuando ante cualquier circunstancia nos acostumbramos a reaccionar solamente quejándonos, no solo no vamos a resolver ningún problema con esta actitud por sí sola, sino que además vamos a contagiar nuestro espíritu y el de quienes nos rodean de una especie de virus muy negativo, que cada vez más va a debilitar nuestras defensas emocionales y físicas que poseemos para afrontar las vicisitudes de la vida, hasta incluso al punto de llegar a enfermarnos.
Por otra parte, si el problema por el que nos quejamos realmente no está en nuestras manos resolverlo, o por lo menos ayudar un poco a aliviar sus efectos, de todas maneras nuestras quejas por sí solas no nos van a llevar a algún resultado de provecho, sino que más bien vamos a añadir a la situación el elemento nocivo ya descrito en el párrafo anterior; en tal caso, tratemos con paciencia de ver cómo podemos contribuir a mejorar la situación. En fin, procuremos en lo posible buscar soluciones a los problemas que afrontamos, y estar muy agradecidos por los muchos que no tenemos que confrontar, teniendo presente así que las circunstancias siempre podrían ser peores que las que enfrentamos en cualquier momento de la vida. Hablaremos más de este tema tan importante en una próxima entrega.
Date cuenta de que si tienes tiempo para quejarte sobre algo entonces tienes tiempo para hacer algo sobre ello . Anthony J. D Angelo
agusal77@gmail.com
@agusal77
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