Historia y Tradición
Carta de la
viuda de Sucre al asesino
Eumenes Fuguet
Borregales (*)
El general en Jefe
Antonio José de Sucre, Gran Mariscal de Ayacucho, "el prócer más puro de la independencia americana" y
"El Caballero de la Historia", cuando se dirigía desde Bogotá a
Quito para reencontrarse con su esposa Doña Mariana Carcelén y Larrea, marquesa
de Solanda y Villarrocha, fue vilmente asesinado en la montaña de Berruecos al
sur de Colombia el 4 de junio de 1830; nuestro ilustre paisano deseaba llegar al hogar antes del 13 de junio,
día de San Antonio, su patrono.
Su viuda al
enterarse por parte del fiel ayudante el sargento Lorenzo Caicedo sobre
la infausta noticia, procedió a
escribirle una carta al asesino intelectual, el general José María
Obando, natural de Pasto-Colombia, con unas sentidas palabras, las cuales por
su hondo contenido humano transcribimos a continuación:
"Estos fúnebres vestidos, este pecho rasgado, el
pálido rostro y desgreñado cabello, están indicando tristemente los
sentimientos dolorosos que abruman mi alma.
Ayer esposa envidiable de un héroe, hoy objeto lastimero
de conmiseración, nunca existió un mortal más desdichado que yo, no lo dude,
hombre execrable: la que te habla es la viuda desafortunada del Gran Mariscal
de Ayacucho. Heredero de infamias y delitos, aunque te complazca el crimen,
aunque él sea tu hechizo! Dime, desacordado, ¿para saciar tu sed de sangre era
menester inmolar a una víctima tan ilustre, una víctima tan inocente?, ¿ninguna
otra podía saciar tu saña infernal? Yo
te lo juro, e invoco por testigo el alto cielo.
“Un corazón más
puro y recio que el de Sucre no palpitó en pecho humano”. Unida a él con lazos
que solo tú, bárbaro, fuiste capaz de desatar; unida a su memoria por vínculos
que tu poder maléfico no alcanza a romper. No conocí en mi esposo sino un
carácter elevado y bondadoso, un alma llena de benevolencia y generosidad. Mas yo no pretendo hacer aquí una apología
del general Sucre; ella está escrita en los fastos gloriosos de la Patria.
No reclamo su
vida, pudiste arrebatarla, pero no restituirla, tampoco busco la represalia.
Mal pudiera dirigir el acero vengador la trémula mano de una mujer. Además, el
Ser Supremo, cuya sabiduría quiso por sus fines inescrutables consentir en un delito,
sabrá exigirte un día cuenta más severa. Mucho menos imploro tu compasión, ella
me serviría de un cruel suplicio. Sólo pido que me des las cenizas de tu
víctima.
Si dejas que ellas
se alejen de esas tórridas montañas, lúgubre guarida del crimen y de la muerte
y del pestífero influjo de tu presencia, más terrífica todavía que la muerte y
el crimen. Tus atrocidades, hombre
inhumano, no necesitan nuevos testimonios. En tu frente feroz está impresa con
caracteres indelebles la reprobación del Eterno.
Tu mirada
siniestra es el tósigo de la virtud, tu nombre en el epígrafe de la iniquidad y
la sangre que enrojece tus manos parricidas, el trofeo de tus delitos, ¿aspiras
a más? Cédeme pues los despojos mortales, las tristes reliquias del héroe, del
padre y del esposo, y toma en retorno las trémulas imprecaciones de su Patria,
de su huérfana y de su viuda".
Doña Mariana nació
en Quito el 27 de Julio de 1805, hija legítima de Felipe de Carcelén y Sánchez
de Orellana, Marqués de Solanda y de Villarrocha, Teniente de la Cancillería de
la Audiencia, Alcalde Ordinario de primer voto del Cabildo de Quito, y de
Teresa de Larrea y Jijón, naturales de Quito. Mariana y Sucre se casaron por
poder el 20 de abril de 1828, justamente a dos días de haber sido herido en un
atentado en Chuquisaca. En 1829 nace Teresita su única hija. El 16 de julio de 1831,
Mariana contrajo nuevo matrimonio con el General Isidoro Barriga y López de
Castro, quien fallece en mayo de 1850.
La joven viuda del gran mariscal de Ayacucho, mantenía
correspondencia con el Libertador y con los familiares de “Nuestro ilustre
paisano”; Jerónimo la trataba de hermana, por ser el único familiar que le
quedaba de su hermano Antonio.
Doña Mariana falleció el 15 de diciembre de 1861
contaba 56 años de edad; fue enterrada en la iglesia del Tejar. En Valencia se
encuentran residenciados distinguidos descendientes de la familia Carcelén, que
honran y evocan la memoria de Doña Mariana.
(*) Gral. de Bgda
eumenes7@gmail.com
@eumenesfuguet
Vicepresidente de la Academia de Historia del estado
Carabobo
Asesor Nacional de la Sociedad Divulgadora de la Historia Militar de Venezuela.
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