viernes, 10 de mayo de 2013

GERARDO BLYDE


Mueve a sospechas

Realizan una auditoria de parapeto, sin la participación

 de la oposición reclamante

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GERARDO BLYDE |  EL UNIVERSAL
viernes 10 de mayo de 2013  12:00 AM
Que un candidato de gobierno gane unas elecciones por unas décimas mueve a sospechas... Un candidato de la oposición puede ganar una elección por unas décimas, pero un candidato de gobierno suscita sospechas". Como en otras ocasiones he indicado en esta columna, si esas palabras fueran mías luego de las elecciones del 14-A no serían relevantes. Sin embargo, el pronunciante fue José Vicente Rangel siendo vicepresidente de Venezuela (2006), tras los estrechos resultados entre el primer y el segundo lugar en las elecciones mexicanas. Así ponía en duda los resultados oficiales que daban ganador a Calderón y no a López Obrador.

Movido por sospecha similar, Capriles ha recurrido a las vías constitucionales y legales que el derecho venezolano otorga. Le solicitó al CNE una verdadera auditoría del proceso, que fue negada y hoy realizan una de parapeto, sin la participación de la oposición reclamante, en la cual el órgano a auditar se fijó a sí mismo los límites de lo que puede o no ser auditado. Esta actitud mueve a sospechas

Ante tan insólita negativa a una auténtica auditoría, Capriles impugnó el proceso completo ante la Sala Electoral. En su recurso alegó mucho más que simples "sospechas". También la MUD ha introducido esta misma semana un recurso de impugnación parcial sobre el proceso electoral, pues todo mueve a sospechas.

Si el resultado mueve a sospechas -Rangel dixit- ya que aquí sucedió lo mismo que en México (es decir, el CNE proclamó al candidato del gobierno por estrechísimo margen), ¿quién puede explicarnos con alguna coherencia por qué el chavismo tenía derecho a sospechar del proceso mexicano y nosotros no tenemos ese mismo derecho?

En aquella ocasión no escuchamos a Calderón insultando al gobierno venezolano que, por medio de su vicepresidente, había puesto en duda los resultados electorales. No hubo amenazas, ni enviaron notas diplomáticas de protesta, ante semejante declaración de quien ocupaba tan alto cargo en el Ejecutivo Nacional venezolano. Nadie en México calificó aquello de intromisión en la soberanía mexicana -y hay que ver que los mexicanos son muy nacionalistas-, ni como una injerencia en asuntos internos. Ante los reclamos y el no reconocimiento de los resultados por parte de López Obrador, dado el estrecho y sospechoso margen emanado del árbitro electoral mexicano, tampoco escuchamos voces del gobierno de Chávez llamándolo desestabilizador, subversivo o traidor a su patria. Cuando llamó a sus partidarios a protestas públicas para rechazar los resultados "sospechosos", ni una sola voz chavista lo tildó de violento o incitador al pueblo a cometer actos ilícitos. Al contrario, muchos dirigentes del partido de gobierno venezolano, que ahora dicen y desdicen sobre Capriles todo lo que se les ocurre para vilipendiarlo y calumniarlo, manifestaron su apoyo público a las acciones de calle de López Obrador y a su actitud al desconocer aquellos resultados "sospechosos".

El propio Chávez, al no lograr la mayoría de votos para aprobar la reforma constitucional que planteaba el Estado Comunal (2007), dijo: "Es una victoria pírrica... Por tan poca diferencia no la hubiera querido". Cómo cambiaron las cosas en nuestra patria. Ahora quienes se dicen sus hijos -sus herederos políticos- defienden este tipo de victorias (bajo sospecha) como si fuera un indiscutible triunfo, atándose a la institucionalidad tomada, lo que sin duda las aumenta aún más las sospechas. 

Chávez en tal ocasión cerró retando a la oposición: "midan bien su diferencia y sepan administrar su victoria". Los hijos de Chávez -como se auto bautizaron- nada aprendieron de aquella lección de su líder. Se conforman con una pírrica diferencia, la defienden como si fuera monumental, la administran como si sobre ella no existieran las mismas sospechas que expresó Rangel sobre las elecciones mexicanas; insultan a Capriles y a todo aquel que dentro o fuera del país manifieste alguna sospecha y usan la institucionalidad para cerrar cualquier puerta al conocimiento de la verdad.

Más allá de lo que haga la Sala Electoral con los recursos, convencido de que calcarán la conducta asumida por la mayoría oficialista del CNE para obstruir el conocimiento de la verdad del 14-A (Dios quiera me equivoque), cada actuación o declaración que realiza el gobierno y sus instituciones reafirman las fundadas sospechas que nacionales y extranjeros tenemos, "Que un candidato de gobierno gane unas elecciones por unas décimas mueve a sospechas".

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