jueves, 2 de mayo de 2013

DIEGO BAUTISTA URBANEJA


Saber leer

¿Qué realmente se está pensando en los pasillos en los que se toman las decisiones...?

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DIEGO BAUTISTA URBANEJA | 
 EL UNIVERSAL
jueves 2 de mayo de 2013  12:00 AM
Los resultados del 14 de abril se prestan a muchas interpretaciones. Cada uno de los dos grandes sectores políticos en los que está dividido el país tiene la tarea de leer esos resultados correctamente. El que los lea más acertadamente tendrá sobre el otro una ventaja de peso para la política de los próximos años. 


La tentación y la posibilidad de leerlos mal es para ambos bandos muy grande. Es muy fácil irse por la lectura que mejor satisface los propios deseos, así como darle ancho campo a lo que se llama group-think, el pensamiento de grupo, que inhibe la expresión de visiones disidentes dentro del grupo en cuestión. 



Pero la lectura más inquietante, dado que se trata del grupo que de hecho tiene en sus manos el poder del Estado, es la del sector que respalda a Nicolás Maduro. ¿Cómo habrá leído, cómo estará leyendo ese bando, esos resultados electorales? Es triste tener que añadir que de esta pregunta incluye como parte sustancial de ella la de ¿cómo estarán leyendo las cosas en el gobierno cubano?, añadido que habrá que tener en cuenta para las líneas que siguen. 



¿Política hegemónica?



La que luce la lectura correcta dice que esos resultados revelan que en Venezuela no hay lugar para una política hegemónica, es decir, una que suponga el predominio definitivo de un sector político sobre el resto, y el de su manera de pensar sobre todas las otras. Y que, por lo tanto, el sector político que ha venido impulsando tal cosa desde hace catorce años tendría que tomar nota del fracaso de ese intento. No tiene por qué llamarlo "fracaso". El lenguaje político ofrece muchos vocablos alternativos menos dolorosos o crudos. Pero esa es la lectura central recomendable. 



Otros aspectos pueden quedar provisionalmente sin respuesta. Por ejemplo: ¿se trata de un avance incontenible de la alternativa democrática, que la pone a las puertas del poder en futuras contiendas?; o ¿se trata de que el liderazgo de Hugo Chávez es un factor insustituible para la permanencia del PSUV en el poder? Esas preguntas pueden no tener en estos momentos una respuesta clara o irreversible. 



Las señales que envía Maduro y su equipo desde los cargos que ejercen no son nada claras, en cuanto a indicarnos cuál lectura se está haciendo allí. Hay indicios de que allí algunos piensan que ahora es cuando debe dársele el mayor impulso al intento hegemónico, precisamente ahora que Chávez ha desaparecido. En esta manera de ver las cosas, se trataría de la última oportunidad de hacerlo, antes de que la identidad chavista empiece a disolverse. Pero otros hechos sugieren que alguien allí tiene conciencia de que seguir obligando a un país definitivamente remiso a que se tome el aceite de ricino de la hegemonía, lo único que va a lograr es que se agudicen los grandes problemas económicos y sociales que se acumularon a lo largo de catorce años de estarlo intentando y a los que muchos piensan que les llegó la hora de estallar. Lo harían en el peor momento, cuando Chávez no está y Maduro ha obtenido una precarísima y cuestionada "victoria" electoral. De acuerdo a esta lectura, habría llegado la hora de un mayor realismo, por lo menos en lo económico.



Reacciones



Las actuaciones de estos días de Maduro y sus acompañantes están signadas por la reacción a las acciones con las cuales las fuerzas democráticas han cuestionado la legitimidad de los resultados anunciados por el CNE. Las reacciones del caso están caracterizadas por la brutalidad y la represión respecto a los adversarios políticos, cuando no el simple absurdo protagonizado por Cabello en la Asamblea Nacional o el temible disparate de las detenciones del cineasta norteamericano o el general Rivero. En cuanto al mensaje, lo que está detrás de lo que envían Maduro y su grupo de trabajo es la intención de volver a polarizar al país, poniendo en uso todo el aparato comunicacional del que allí disponen para satanizar a sus adversarios, sin el menor respeto por las normas más elementales de la veracidad. 



Pero más allá de estas muestras inmediatas de tener el piso muy movido, y de los despliegues de fuerza bruta a los que conduce la inseguridad anímica, está la pregunta de qué realmente se está pensando en los pasillos en los que se toman las decisiones. Más todavía, las preguntas de si realmente se está pensando en algo, o de si hay allí alguna manera de ver las cosas que predomine sobre las demás.

dburbaneja@gmail.com

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