domingo, 14 de octubre de 2012

PRODAVINCI

                       Jorge Castañeda ofrece su explicación de la victoria de Hugo Chávez

Por Prodavinci | 13 de Octubre, 2012    
Jorge Castañeda, político e intelectual mexicano, ofrece en un artículo en el diario El País una explicación a la victoria de Hugo Chávez en las recientes elecciones presidenciales en Venezuela:

Son tres los principales factores explicativos, que ya han sido mencionados por muchos, pero que hoy han demostrado más que nunca su vigencia. El primero, obviamente, es el petróleo; sin los aún elevadísimos precios y la abundancia de los recursos naturales venezolanos, Chávez no habría podido financiar las políticas sociales que puso en práctica durante estos 14 años, y sobre todo a partir de mediados de 2002, favoreciendo a mucha gente castigada por años de despilfarro y corrupción en Venezuela. El cálculo no es sencillo de realizar porque los volúmenes diarios de exportación que publica el Gobierno de Caracas desde 2003 son opacos. Pero desde principios de 1999, el primer año de Chávez en el poder, hasta finales del 2011, ingresaron a las arcas venezolanas por concepto de exportación de crudo aproximadamente 840.000 millones de dólares. Se trata de una inmensa cantidad de dinero para un país de menos de 30 millones de habitantes, sobre todo si el ingreso y el gasto de dichas sumas se centraliza al extremo como ha acontecido a través de PDVSA desde 2003. Como muchos recordarán, la empresa venezolana del petróleo no solo detenta el monopolio de venta, producción, etcétera (con la excepción de las concesiones en la Faja Petrolífera del Orinoco), sino que se ha vuelto en estos años propietaria de supermercados, panaderías, hospitales, etcétera. El segundo elemento analítico que podemos esgrimir reside, aunque parezca obsesivo, en el apoyo cubano obtenido por Chávez desde un principio. Ese apoyo, a su vez, solo existe gracias al petróleo: son los inmensos subsidios de Chávez a los hermanos Castro lo que ha asegurado la supervivencia del régimen isleño, y que La Habana le entregue a Chávez los ingredientes indispensables de su política social y de seguridad. Sin los médicos cubanos, no habría habido misiones “barrios adentro”; sin los anillos de seguridad cubanos, Chávez no podría confiar en sus propios equipos por no disponer de una opción alternativa; y su control del Ejército no sería el mismo de no contar con los servicios de inteligencia cubanos para vigilar y neutralizar a sus propios militares. Y sin el apoyo incondicional del Ejército venezolano, menguado solo en algunos momentos por deserciones como las de Raúl Baduel y Henry Falcón, habría surgido el obstáculo principal a la perpetuación de un régimen como el suyo en el poder: los golpes de Estado o pronunciamientos o amenazas contra gente tan disímbolos como Perón, Vargas, Allende, Bosch y Árbenz. Sin petróleo, no hay política social ni cubanos; sin cubanos, no hay política social ni de seguridad e inteligencia; sin política social, seguridad e inteligencia no se ganan cinco de seis elecciones
El tercer elemento es obviamente personal. Chávez es un político formidable, extraordinario en campaña y con la gente, insoportable como interlocutor diplomático y patán y majadero como estadista. Pero es una máquina de obtención de votos y un genio para conectar con lo que, a falta de términos más rigurosos, los supuestos estudiosos llamamos el “alma” del pueblo venezolano, o el “carácter nacional venezolano”, o simplemente el “ser” de ese país. En una sociedad étnica, social, geográfica e ideológicamente fracturada por décadas de malos Gobiernos corruptos e ineficientes, pero democráticos, Chávez se ha convertido en una causa unificadora, por lo menos de los que lo apoyan. Ha polarizado a la sociedad venezolana, pero ha unido a sus seguidores como un solo hombre, recurriendo a todos los estereotipos imaginables, desde el desprecio por el color de la piel o el tamaño de la chequera de sus contrincantes, hasta sus insultos internacionales en la ONU, en América Latina o en Oriente Próximo. En el mundo, Chávez se está quedando solo: ya no lo acompañan ni los ultimados dictadores de Irak y de Libia y probablemente tampoco el de Siria. En una de esas, su amigo Mahmud Ahmadineyad también perderá su empleo, ya sea porque termina su mandato, ya sea porque lo echen debido a la devaluación de la moneda. Pero no se ha quedado solo dentro de Venezuela por sus dotes de político en campaña perpetua, que se mantienen intactos a pesar de su deterioro de salud.

FUENTE:
PRODAVINCI

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Dentro del mejor de los climas y respeto