El homo religiosus africano no ritualiza, pues, el verbo, las cosas, los gestos, las palabras y las fuerzas del mundo para jugar, distraerse o divertirse. Ritualizar es, para él, participar del ser del mundo, y algunos dirían «del ser del Ser». Por eso, es para él el rito lo que prima sobre el mito.No es necesario, pensamos, entrar en más detalles sobre los actos de que se compone el proceso oracular - así llamado a falta de otra expresión mejor - para ver hasta qué punto, de todas las series implicadas en él, la de los actos prima sobre las restantes. Es la serie de actos realizados por los diferentes protagonistas de la ritualización, a cualquier nivel que ésta se contemple - al nivel del verbo, al de los gestos y las cosas o al del discurso mítico en tanto que juego o sistema de significaciones armonizadas por acontecimientos histórico-legendarios interpuestos -, lo que estructura verdaderamente el proceso en su conjunto. Son actos que operan sobre las cosas y las fuerzas que animan el universo, cuyas leyes profundas y eternas sólo algunos acontecimientos arquetípicos pueden revelar. Hablamos de actos, pero precisemos que se trata de acciones y sobre todo de interacciones, subrayando que los autores de tales actos no son ni desconocidos niinaccesibles, y que el hombre, tomando con toda la consciencia y todo el conocimiento - si no con la ciencia - requeridos su lugar en la serie de los actores, no hace mas que concurrir a que el universo se transforme en lo que es.
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