EL UNIVERSAL
A treinta años de distancia
MONS. BALTAZAR PORRAS | EL UNIVERSAL
sábado 24 de enero de 2015 12:00 AM
Enero de 1985 es fecha importante en los anales venezolanos. Durante tres días vivimos en un oasis de paz, oración, fraternidad y reencuentro con el multiforme mundo de los constructores de la sociedad. Juan Pablo II, el santo, en apretada agenda estuvo en Caracas, Maracaibo, Mérida y Ciudad Guayana. La coordinación fue armoniosa y fecunda entre las comisiones del Gobierno a cargo del Senador Alejandro Izaguirre, de las fuerzas armadas con el General Simón Tagliaferro a la cabeza, y quien escribe por parte de la Iglesia. La UCV, LUZ y ULA facilitaron espacios universitarios para los multitudinarios encuentros con el Pontífice.
La preparación espiritual fue intensa con la misión que se prolongó en permanente en los años siguientes. El diálogo con sectores políticos y académicos tradicionalmente divorciados de toda referencia religiosa se incrementó, y surgió un repunte del laicado y de las vocaciones sacerdotales y religiosas. Los mensajes del Papa fueron material abonado para la reflexión y el estudio. Se puede hablar con propiedad en un antes y un después de la primera visita del Papa polaco a nuestra tierra.
La misa de Mérida, el 28 de enero, se celebró curiosamente en "La Hechicera", predio universitario germen de la parroquia Jesús Maestro que sirve a la máxima casa de estudios andina y de la cátedra interdisciplinaria Juan Pablo II, vigente hasta nuestros días. Cada año, feligresía y comunidad académica conmemoran el aniversario del huésped más ilustre que ha pisado estas tierras. Este año, al cumplirse tres décadas y primera ocasión para venerarlo como santo de la Iglesia universal, tendremos la visita del Sr. Nuncio Apostólico Aldo Giordano para presidir la eucaristía en el mismo lugar donde estuvo el Sumo Pontífice, y entrar en contacto con las fuerzas vivas y la comunidad creyente merideña. Además, para entrar en contacto con la realidad rural, visitará la aldea de Capaz perteneciente a la población de Jají, y participará en la tradicional Paradura del Niño.
A treinta años de distancia, la semilla esparcida por el Papa se continúa en su actual sucesor, quien nos recuerda el gusto espiritual de ser pueblo. "La misión es una pasión por Jesús, pero, al mismo tiempo, una pasión por su pueblo. Cuando nos detenemos ante Jesús crucificado, reconocemos todo su amor que nos dignifica y nos sostiene" (la alegría del evangelio 268). Que este aniversario nos impulse a ser más y mejores sembradores de paz, comprometidos en la construcción de un mundo nuevo, codo a codo con los demás.
La preparación espiritual fue intensa con la misión que se prolongó en permanente en los años siguientes. El diálogo con sectores políticos y académicos tradicionalmente divorciados de toda referencia religiosa se incrementó, y surgió un repunte del laicado y de las vocaciones sacerdotales y religiosas. Los mensajes del Papa fueron material abonado para la reflexión y el estudio. Se puede hablar con propiedad en un antes y un después de la primera visita del Papa polaco a nuestra tierra.
La misa de Mérida, el 28 de enero, se celebró curiosamente en "La Hechicera", predio universitario germen de la parroquia Jesús Maestro que sirve a la máxima casa de estudios andina y de la cátedra interdisciplinaria Juan Pablo II, vigente hasta nuestros días. Cada año, feligresía y comunidad académica conmemoran el aniversario del huésped más ilustre que ha pisado estas tierras. Este año, al cumplirse tres décadas y primera ocasión para venerarlo como santo de la Iglesia universal, tendremos la visita del Sr. Nuncio Apostólico Aldo Giordano para presidir la eucaristía en el mismo lugar donde estuvo el Sumo Pontífice, y entrar en contacto con las fuerzas vivas y la comunidad creyente merideña. Además, para entrar en contacto con la realidad rural, visitará la aldea de Capaz perteneciente a la población de Jají, y participará en la tradicional Paradura del Niño.
A treinta años de distancia, la semilla esparcida por el Papa se continúa en su actual sucesor, quien nos recuerda el gusto espiritual de ser pueblo. "La misión es una pasión por Jesús, pero, al mismo tiempo, una pasión por su pueblo. Cuando nos detenemos ante Jesús crucificado, reconocemos todo su amor que nos dignifica y nos sostiene" (la alegría del evangelio 268). Que este aniversario nos impulse a ser más y mejores sembradores de paz, comprometidos en la construcción de un mundo nuevo, codo a codo con los demás.
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