viernes, 16 de mayo de 2014

Leprosería, escuela de bondad

                   

EL UNIVERSAL


Leprosería, escuela de bondad


PEDRO BERNARDO CELIS |  EL UNIVERSAL
viernes 16 de mayo de 2014  12:00 AM
"La Leprosería de Cabo Blanco, en Maiquetía, Venezuela, lugar espantoso donde predominaba la miseria y el dolor, fue para mi una escuela de bondad. Cuando estudiante hice una visita a Cabo Blanco. Me impresionó la situación de un grupo muy grande de pacientes, serían cerca de mil, donde la situación era tan grave que no tenían ningún tratamiento, estaban execrados, rechazados por una sociedad profundamente egoísta, incapaz de entender lo que es el dolor humano. Sentí un gran deseo de trabajar por esa gente, de ver que podía hacer por ellos."
Jacinto Convit, 02/08/2010

La lepra es una enfermedad bíblica. Hallazgos arqueológicos demuestran su existencia ya hace 4000 años. Referencias bíblicas la catalogaban como enfermedad incurable y altamente contagiosa. Los enfermos de lepra eran en consecuencia execrados de la sociedad y estigmatizados de por vida. Decía Jacinto Convit, que el prejuicio era un elemento más grave y más difícil de combatir que la misma lepra. El estigma de la lepra afectaba a la sociedad entera, y hacía extremadamente difícil el control de la afección, y la búsqueda de una cura. ¡Si ya la biblia la había sentenciado como enfermedad incurable! El estigma incidía sobre la familia del enfermo y sobre el propio enfermo que se escondía para evadir el rechazo de la sociedad entera. Es por esto que Jacinto Convit afirmaba que no había nada que aliviara más de su sufrimiento a un ser humano, que ser liberado de la marca de un estigma.

El recién graduado Jacinto Convit se estableció el reto de desarrollar un tratamiento que curase la enfermedad de la lepra, y que acabase con las leproserías y con las leyes medievales que obligaban al aislamiento obligatorio de los leprosos en Venezuela. Con un grupo de 8 jóvenes estudiantes de medicina, de unos 22 años, junto a él, quien para la fecha tenía 24 años, se dedicaron con pasión a trabajar para liberar a un grupo humano que era perseguido y execrado por su enfermedad. La vocación de servicio de estos jóvenes, y la experiencia de un equipo de excelentes profesionales, lograron dar con una solución efectiva.

Este grupo de jóvenes confrontaron a las autoridades de la época, y les dijeron el grave error que se cometía al aislar y "encarcelar" a estas personas enfermas, separándolos de sus seres queridos innecesariamente. Afirmaban que esta segregación creaba una gran tragedia en los grupos familiares. Con evidencia médica en la mano, demostraron a las autoridades que estas personas no tenían porque estar aisladas. A su manera y con sus herramientas, los jóvenes médicos lucharon efectivamente por la libertad de sus semejantes. Estos jóvenes encontraron el tratamiento que permitía a los enfermos vivir en sociedad, al lado de sus familias. Lamentablemente, después de los grandes avances en la total cura de la enfermedad, en el siglo XXI existen países como Brasil y la India que todavía cuentan con leproserías en funcionamiento.

El Dr. Jacinto Convit, venezolano insigne, quien falleció el 12 de mayo de 2014, a la edad de 100 años, trabajó incansablemente por la inclusión de los leprosos en la sociedad venezolana. Luchó por el derecho a la felicidad y a la libertad de estos seres humanos execrados desde tiempos bíblicos. Nos recordaba Jacinto Convit lo que decía Goethe: "ser humano es un deber". En sus 100 años de vida, Convit asumió su "ser humano" como razón de vida, y aplicó sus habilidades y sus talentos para lograr la inclusión en la sociedad de este grupo humano. Los leprosos fueron foco de toda la miseria humana a lo largo de los siglos. Decía Convit que son el producto de una sociedad profundamente egoísta e incapaz de entender lo que es el dolor humano. Es así que Jacinto Convit no solo curó a los leprosos, sino que rescató a la humanidad entera de seguir cometiendo las atrocidades que por más de 4000 años había cometido contra este grupo indefenso de seres humanos.

El legado del Dr. Jacinto Convit, es impresionante. Años de investigación y desarrollo dieron como resultado, primero la integración de los leprosos a la comunidad, y luego el control altamente efectivo de la enfermedad mediante vacuna para la inmuno-terapia. Pero lo realmente extraordinario en la vida de este insigne venezolano, es que sus logros estuvieron apuntalados por una conciencia superior de bondad y amor hacia el prójimo que sufre y necesita la ayuda de los demás. Jacinto Convit nos indica con su ejemplo, el camino para transformar el repositorio de nuestra miseria humana en escuela de bondad. Mis palabras de aliento a mi amigo Ciro Sánchez Convit, extensivas a toda su familia. Venezuela celebra, en su muerte, 100 años de vida extraordinaria de un venezolano insigne, como lo fue el Dr. Jacinto Convit.

@ProfPBCelis - pbcelis@usb.ve 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Dentro del mejor de los climas y respeto