EL NACIONAL
Entre dos santos
27 DE MAYO 2014 - 12:01 AM CET
Las elecciones de este domingo en San Diego y San Cristóbal no sólo deben constituir una dura e inolvidable lección para el señor Maduro, sino también para su consejero principal (y rival entre las sombras), el flamante capitán y gran estratega electoral del oficialismo, quien con su talante de buscapleitos no solo arremetió contra los alcaldes legítimamente escogidos por el pueblo, sino que los hizo encarcelar en una prisión militar, Ramo Verde, como una nueva forma de castigo a la bolivariana.
Desde luego, el próspero capitán se cree dueño de la Constitución y la aplica como le viene en gana. Cuenta para ello con el apoyo de toda una red de complicidades, tejida con paciencia, que cruza por diversos cuerpos de seguridad del Estado, fiscalías, altos tribunales, Gurdia Nacional Bolivariana y Policía Nacional Bolivariana, Consejo Nacional Electoral y no pare usted nunca de contar.
Lo cierto es que guiado por el desprecio que siente por las leyes y por los derechos humanos, le pareció una magnífica idea arremeter contra los alcaldes que el pueblo había escogido electoralmente (cosa que a él le tiene sin cuidado), y ordenó enjuiciarlos amparándose en una inmensa y burda mentira: los alcaldes en cuestión estaban incitando las protestas de la población, como si la gente de San Diego o San Cristóbal fueran tontos o gafos que se dejan manipular políticamente.
En vez de resolver, con eficiencia y rapidez, los problemas que están padeciendo esas comunidades y que todos conocemos menos el señor Maduro y sus colaboradores, como lo son la fallas en el servicio eléctrico, la falta de agua potable en barrios y urbanizaciones, la escasez de alimentos y de productos que como la leche son indispensables en la dieta de nuestros niños y niñas, las irregularidades en el suministro de medicinas específicas para la diabetes, las enfermedades cardiovasculares y pulmonares, los productos específicos para el tratamiento y control del sida, y tantos otros males que padecen los ancianos. Muchos de esos pacientes han empeorado en su condición y otros han perdido la vida, en este país rico pero desgraciadamente corrupto como nunca antes.
Como es lógico suponer, las protestas van a continuar hasta que este gobierno maula e inepto haga bien su trabajo. Las alcaldesas escogidas por el voto popular, la señora Rosa Brandonisio en la valiente población de San Diego, y la señora Patricia Gutiérrez, en la heroica ciudad San Cristóbal, son esposas de los dos exalcaldes injustamente encarcelados. Estas dos señoras, decentes y bien educadas como han sido siempre las venezolanas, deben tener mucho cuidado porque el flamante capitán rojo rojito seguramente ya debe estar preparando una nueva trampa.
El hecho de que dos mujeres valientes le hayan dado una paliza electoral al gobierno y hayan barrido el piso con esos candidatos chimbos y sin arrastre popular, constituye una humillación que tanto el PSUV como los militares tardarán mucho en olvidar.
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