Nigeria
Sin miedo a Chávez y sin fondos para sostener la clientela, el gobierno cambiará de estrategia
GUSTAVO LINARES BENZO
| EL UNIVERSAL
sábado 8 de junio de 2013 12:00 AM
Uno de los países más poblados
de África, Nigeria, es miembro de la OPEP y uno de los principales
productores de petróleo del mundo. Sin embargo, nunca ha salido de una
pobreza espantosa, que amenaza ahora en convertirse en guerra civil
debido a los grupos musulmanes radicales del Norte, enfrentados a los
cristianos del Sur, en permanente denuncia de lo que consideran es un
injusto reparto de la riqueza petrolera. El flujo de petrodólares no ha
servido siquiera para establecer una industria medianamente competente
de los hidrocarburos, Nigeria tiene que importar casi toda su gasolina.
Nigeria es el país más corrupto del mundo. Nuestra idea de nosotros mismos, de que en Venezuela siempre los políticos y sus cómplices se lo han robado todo, allá sí es verdad. Fortunas infinitas de los gobernantes y políticos conviven con la falta absoluta de infraestructura, un Estado que más que desmoronarse nunca ha existido. El dictador Sani Abacha, muerto de un ataque causado por viagra en medio de una rochela épica, es el emblema de Nigeria y de su tristísima historia: se la robaron.
La muerte de Chávez ha revelado que estamos como en Nigeria. La corrupción chavista, tolerada por decir lo menos por el omnipresente Hugo, ha logrado dilapidar el más grande boom petrolero de nuestra historia, que lo único que dejó fueron neveras chinas dañadas por la falta de servicio eléctrico. Ni siquiera en boca de sus detractores de extrema izquierda, hoy chavistas, la corrupción de los adecos y copeyanos había tenido ese signo de saqueo: ahí están las autopistas, refinerías y represas. El chavismo ordeñó Cadivi como única obra, y pagó infinitos sobreprecios por estaciones de Metro fantasmas y unos rieles de tren sobre mojones de concreto, por los que nunca ha pasado un vagón.
Merentes llegó a Finanzas y no sabe qué hacer. De billones de dólares quedaron dos mil millones en reservas operativas, un oro que no se sabe bien dónde está y que hay que empeñarlo a prestamistas que no lo aceptan. El petróleo se vende a maulas que no lo pagan, o se regala a chulos cubanos y nicaragüenses que además nos administran como colonias cuando debiera ser al revés. Los villanos norteamericanos resultaron ser los mejores clientes pero ya no les vendemos como antes. A pesar de todo, el petróleo es el oro negro, tanto que en realidad habría que llamarlo el petróleo dorado: entró mucho dinero, pero se lo robaron. El sobreprecio de las importaciones de Cadivi superó el 30% según las estimaciones más moderadas, 50% o más según otros. Por primera vez, la corrupción es el principal agregado macroeconómico, por primera vez es totalmente cierto que "acabaron con la plata y se echaron a reír" como decía la gaita de los ochentas.
Que esta triste crónica se pueda escribir a escasos tres meses de la muerte del líder de la revolución es asombroso para propios y extraños. Catorce años de poder omnímodo no aguantaron catorce semanas de realidad, sin Aló Presidente ni retrecherías, sin cadenas eternas ni regalos. No aguantaron una elección, en la que sus herederos tuvieron que recurrir a la trácala para simular un triunfo por los pelos. No aguantaron ni unas pocas semanas porque se acabó el miedo, que era su principal arma. El miedo a Chávez, cultivado cuidadosamente por el comandante, era la base de su poder: "las casas están prestadas y te las puedo quitar, tu puesto de trabajo tiene tanta estabilidad como yo quiera, sé por quien votas, si lo haces contra mí te pongo en la lista de Tascón", etc.
El rey estaba desnudo, para usar la metáfora del cuento, y ahora nada impide verlo y decirlo. El saqueo nunca visto de nuestras finanzas, mientras se encontraban bajo la responsabilidad de Giordani, logró la victoria del 7 de octubre de 2012 pero a costa de todo lo demás. Las importaciones sauditas y los pagos de deuda externa y a contratistas de la Misión Vivienda, casi todos extranjeros (los apartamentos más caros del mundo) se hicieron a precio de oro y ahora ni el barril a 100 dólares alcanza para llenar los anaqueles de papel tualé. Nos robaron.
Sin miedo a Chávez y sin fondos para sostener la clientela, el gobierno tendrá que cambiar de estrategia. De hecho ya lo hizo, primero haciendo pasar al país por una inflación superlativa, unida a la escasez de lo más esencial. Luego, llamando a los empresarios, que antes eran el chivo expiatorio. Todo, en medio de un clima de postración interna en que los trapos sucios se lavan en público (es decir, mediante la confesión de Mario Silva y las que vienen). Nos robaron y ahora todos lo saben.
Nigeria es el país más corrupto del mundo. Nuestra idea de nosotros mismos, de que en Venezuela siempre los políticos y sus cómplices se lo han robado todo, allá sí es verdad. Fortunas infinitas de los gobernantes y políticos conviven con la falta absoluta de infraestructura, un Estado que más que desmoronarse nunca ha existido. El dictador Sani Abacha, muerto de un ataque causado por viagra en medio de una rochela épica, es el emblema de Nigeria y de su tristísima historia: se la robaron.
La muerte de Chávez ha revelado que estamos como en Nigeria. La corrupción chavista, tolerada por decir lo menos por el omnipresente Hugo, ha logrado dilapidar el más grande boom petrolero de nuestra historia, que lo único que dejó fueron neveras chinas dañadas por la falta de servicio eléctrico. Ni siquiera en boca de sus detractores de extrema izquierda, hoy chavistas, la corrupción de los adecos y copeyanos había tenido ese signo de saqueo: ahí están las autopistas, refinerías y represas. El chavismo ordeñó Cadivi como única obra, y pagó infinitos sobreprecios por estaciones de Metro fantasmas y unos rieles de tren sobre mojones de concreto, por los que nunca ha pasado un vagón.
Merentes llegó a Finanzas y no sabe qué hacer. De billones de dólares quedaron dos mil millones en reservas operativas, un oro que no se sabe bien dónde está y que hay que empeñarlo a prestamistas que no lo aceptan. El petróleo se vende a maulas que no lo pagan, o se regala a chulos cubanos y nicaragüenses que además nos administran como colonias cuando debiera ser al revés. Los villanos norteamericanos resultaron ser los mejores clientes pero ya no les vendemos como antes. A pesar de todo, el petróleo es el oro negro, tanto que en realidad habría que llamarlo el petróleo dorado: entró mucho dinero, pero se lo robaron. El sobreprecio de las importaciones de Cadivi superó el 30% según las estimaciones más moderadas, 50% o más según otros. Por primera vez, la corrupción es el principal agregado macroeconómico, por primera vez es totalmente cierto que "acabaron con la plata y se echaron a reír" como decía la gaita de los ochentas.
Que esta triste crónica se pueda escribir a escasos tres meses de la muerte del líder de la revolución es asombroso para propios y extraños. Catorce años de poder omnímodo no aguantaron catorce semanas de realidad, sin Aló Presidente ni retrecherías, sin cadenas eternas ni regalos. No aguantaron una elección, en la que sus herederos tuvieron que recurrir a la trácala para simular un triunfo por los pelos. No aguantaron ni unas pocas semanas porque se acabó el miedo, que era su principal arma. El miedo a Chávez, cultivado cuidadosamente por el comandante, era la base de su poder: "las casas están prestadas y te las puedo quitar, tu puesto de trabajo tiene tanta estabilidad como yo quiera, sé por quien votas, si lo haces contra mí te pongo en la lista de Tascón", etc.
El rey estaba desnudo, para usar la metáfora del cuento, y ahora nada impide verlo y decirlo. El saqueo nunca visto de nuestras finanzas, mientras se encontraban bajo la responsabilidad de Giordani, logró la victoria del 7 de octubre de 2012 pero a costa de todo lo demás. Las importaciones sauditas y los pagos de deuda externa y a contratistas de la Misión Vivienda, casi todos extranjeros (los apartamentos más caros del mundo) se hicieron a precio de oro y ahora ni el barril a 100 dólares alcanza para llenar los anaqueles de papel tualé. Nos robaron.
Sin miedo a Chávez y sin fondos para sostener la clientela, el gobierno tendrá que cambiar de estrategia. De hecho ya lo hizo, primero haciendo pasar al país por una inflación superlativa, unida a la escasez de lo más esencial. Luego, llamando a los empresarios, que antes eran el chivo expiatorio. Todo, en medio de un clima de postración interna en que los trapos sucios se lavan en público (es decir, mediante la confesión de Mario Silva y las que vienen). Nos robaron y ahora todos lo saben.
glinares@cjlegal.net
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