EL UNIVERSAL
¿Por qué tanto desprecio?
JOSÉ MAYORA | EL UNIVERSAL
viernes 7 de junio de 2013 12:00 AM
Tomar la decisión acerca de lo que se va escribir no es un evento fácil, habida cuenta de la variedad de tópicos que diariamente salen a la luz pública sobre los cuales expresar nuestras opiniones. En esta delicada toma de decisiones, cobra jerarquía la percepción que tenemos acerca del destino del país.
Ciertamente en salud hay problemas, como los hay en educación, en vialidad y en cualquier ámbito de las políticas públicas, pero nuestra preocupación fundamental se ubica en las alturas del poder, si, allí donde se toman las decisiones que le dan rumbo al país: cierto o incierto.
En una de las tantas oportunidades que Maduro se ha dirigido al país dijo, de manera terminante, que "él sabía muy bien lo que había que hacer". Esta afirmación ha sido acompañada de un largo peregrinar para demostrar que el tiene con qué gobernar. En el fondo, de lo que se trata es de legitimar una herencia.
Si bien la incoherencia es un rasgo muy humano, estoy convencido de que cuando se está al frente del país, ese lamentable atributo de la personalidad no se puede ejercitar pues no se trata de la hacienda particular, sino del destino de un país que tiene cerca de 30 millones de seres con derecho a utilizar a plenitud sus cinco sentidos: vista, oído, olfato, gusto y tacto.
En este orden de ideas quiero mencionar algunos eventos que me lucen inspiradores para lo que trato de analizar. Comienzo por resaltar que un país que ha tenido una policía técnica como la extinta PTJ, ahora requiera del asesoramiento de la policía de Nicaragua; un país que tiene un CNE tan avanzado tecnológicamente, se da el lujo de reconocer que los muertos votan; un país celoso de su soberanía y de la injerencia externa, le reclama al presidente Santos que haya recibido a Capriles, mientras aúpa a Correa y a Ortega cuando ofenden a un ciudadano venezolano miembro de la oposición; un país que producía los alimentos que consumía y que el Gobierno no encuentra una fórmula para rescatar la producción, ensaya un novedoso método de racionamiento por la vía tecnológica; un país que supuestamente viene creciendo aceleradamente, trata de resolver la crisis eléctrica restringiendo la demanda por la vía tarifaria y el descuido del incremento de la oferta; un país cuidadoso de las relaciones externas, se da el lujo de tener un representante diplomático en la OEA, capaz de disertar en tan conspicuo escenario como si lo hiciera en el seno de una gallera de mala muerte.
Estas perlas cultivadas en el seno de la ingobernabilidad, llaman a una profunda reflexión con relación al incierto futuro del país. La gravedad de la situación venezolana la intuimos a través de los resultados: la escasez, el desabastecimiento, la inseguridad, entre otras calamidades, pero desconocemos, por falta de información, lo que ocurre detrás de bastidores. Tan incuestionable evidencia nos hace pensar que cuando la olla se destape nuestra perplejidad será ilimitada.
Un Gobierno que se empeña en amalgamar lo ideológico con la operatividad del país, no puede reconocer que así como abundan venezolanos preparados para contribuir con el crecimiento del país, la escasez gubernamental de criterio gerencial, les impide gobernar adecuadamente.
Si de algo estoy claro, es que mientras se sigan atacando las consecuencias y no sus verdaderas causas, podremos estar peor: ¡hasta cuándo Maduro!
Mayora.j@gmail.com
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