Dr. José
Gregorio Hernández, el médico de los pobres
Eumenes
Fuguet Borregales (*)
El 26 de octubre de 1864 en la
población trujillana de Isnotú nace José Gregorio Hernández Cisneros, el mayor
de seis hermanos, su vida será un verdadero apostolado en beneficio de los más
necesitados; hijo de Benigno Hernández Castañeda y doña Josefa Cisneros. A los
catorce años es enviado a Caracas con la finalidad de concluir los estudios
secundarios en el Colegio Villegas de donde egresa bachiller de filosofía en
1884. Los estudios de medicina los culmina exitosamente en la Universidad
Central de Venezuela el 29 de junio de 1888; durante un año ejerció en la región
andina. El joven médico sale becado a París en 1889 por dos años.
Se especializó en: fisiología,
histología y embriología. Al regresar es designado profesor en la Escuela de
Medicina en las especialidades de bacteriología, patología y fisiología; le cupo
la honra de fundar la Cátedra de Bacteriología. Designado igualmente director
del Laboratorio Nacional, el cual organizó similar al existente en la Escuela
de Medicina de París. Uno de sus aventajados alumnos el trujillano Dr. Rafael
Rangel (1877-1909), lo tuvo como asistente en las investigaciones científicas.
El 7 de abril de 1904 ingresó como Miembro Fundador de la Academia de Medicina
de Venezuela, ocupando el Sillón XXVIII.
Su profunda fe cristiana y la
voluntad de ser útil antes que importante, lo animan atender bondadosamente a
los más necesitados; con profundo sentido humano no se conformaba con no cobrar
las consultas, se esmeraba también en donar las medicinas con dinero de su poco
peculio. Escribió algunas obras sobre la bacteriología, la angina de pecho de
naturaleza palúdica, y para el tratamiento de la tuberculosis entre otros
escritos científicos. Con la voluntad de ingresar en una Orden religiosa y con
el aval de Juan Bautista Castro (1846-1915), Arzobispo de Caracas su amigo y
guía espiritual, se dirigió a Italia en 1908; es recibido en la Cartuja de
Lucca donde lo denominaron “Fray Marcelo”.
La quebrantada salud lo obliga
renunciar. En Caracas ingresó al Seminario de Santa Rosa de Lima en 1909. Los
superiores lo envían al famoso Colegio Pío de Roma en 1913 para la culminación
de la carrera sacerdotal; al no poder soportar las exigencias de la formación
eclesiástica, contra su voluntad regresa a Venezuela continuando su meritoria
labor en la búsqueda de la salud de todos sus pacientes especialmente los
menesterosos. El 29 de junio de 1919 a las dos de la tarde salió de su
residencia caraqueña para atender a una anciana con quebrantos de salud en la
calle Amadores de la parroquia La Pastora; luego de atenderla se dirigió en
busca de las medicinas a una botica (farmacia); cuando regresaba un auto Marca
Ford T modelo 1918, de los pocos existentes en la Caracas de entonces,
esquivando a un muchacho que iba en una carretilla lo atropelló en la esquina
de Amadores.
Según la señorita Angelina Páez, testigo
presencial del accidente, oyó la exclamación “¡Virgen Santísima!” El Dr.
Hernández fue llevado por el consternado conductor al Hospital Vargas, por
cierto amigo del Dr. Hernández, agradecido por los servicios médicos que le
proporcionaba. Al no encontrar un médico salió en vano a buscar al doctor Luis
Razetti, pues el “Siervo de Dios” ya había fallecido por la fractura recibida
en el cráneo. El conductor informó que el Dr. Hernández llevaba un libro de
oraciones. En el hospital se encontraba el sacerdote Tomás García Pompa, quien
le impuso la absolución bajo condición.
El velatorio realizado en la casa
Nro. 57 entre las calles Tienda Honda a Puente de La Trinidad, y el entierro en
el Cementerio General del Sur constituyeron un verdadero sentimiento de dolor y
agradecimiento por parte de toda la comunidad que le atribuyen milagros y
curaciones. En Isnotú una capilla y una casa adaptada como museo muestran a los
miles de peregrinos, objetos personales “Siervo
de Dios”, e innumerables placas, medallas y recuerdos que llevan los
visitantes agradecidos, pendientes de las altas autoridades religiosas en Roma
por la elevación al altar de este médico magnánimo. En su proceso de
canonización abierto en 1949, se le ha concedido el grado de “Venerable” en 1985.
A causa de un incendio en la tumba
por la cantidad de velas que le colocaban los devotos en testimonio de
agradecimiento o buscando solución a sus problemas y/o curaciones, las
autoridades trasladaron sus venerados restos a la iglesia de la parroquia
Candelaria en Caracas el 23 de octubre de 1975, donde se le oficia una misa
diaria a las 6 p.m. Instituciones hospitalarias, educativas, públicas y
privadas, calles, avenidas, urbanizaciones y comercios llevan el nombre del Dr.
José Gregorio Hernández, “El Venerable”
médico de los pobres.
(*) General de Brigada
churuguarero77 @gmail.com
@eumenesfu
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