domingo, 4 de noviembre de 2012

Historia y Tradición

 
 

Dr. José Gregorio Hernández, el médico de los pobres

Eumenes Fuguet Borregales (*)

El 26 de octubre de 1864 en la población trujillana de Isnotú nace José Gregorio Hernández Cisneros, el mayor de seis hermanos, su vida será un verdadero apostolado en beneficio de los más necesitados; hijo de Benigno Hernández Castañeda y doña Josefa Cisneros. A los catorce años es enviado a Caracas con la finalidad de concluir los estudios secundarios en el Colegio Villegas de donde egresa bachiller de filosofía en 1884. Los estudios de medicina los culmina exitosamente en la Universidad Central de Venezuela el 29 de junio de 1888; durante un año ejerció en la región andina. El joven médico sale becado a París en 1889 por dos años.

Se especializó en: fisiología, histología y embriología. Al regresar es designado profesor en la Escuela de Medicina en las especialidades de bacteriología, patología y fisiología; le cupo la honra de fundar la Cátedra de Bacteriología. Designado igualmente director del Laboratorio Nacional, el cual organizó similar al existente en la Escuela de Medicina de París. Uno de sus aventajados alumnos el trujillano Dr. Rafael Rangel (1877-1909), lo tuvo como asistente en las investigaciones científicas. El 7 de abril de 1904 ingresó como Miembro Fundador de la Academia de Medicina de Venezuela, ocupando el Sillón XXVIII.

Su profunda fe cristiana y la voluntad de ser útil antes que importante, lo animan atender bondadosamente a los más necesitados; con profundo sentido humano no se conformaba con no cobrar las consultas, se esmeraba también en donar las medicinas con dinero de su poco peculio. Escribió algunas obras sobre la bacteriología, la angina de pecho de naturaleza palúdica, y para el tratamiento de la tuberculosis entre otros escritos científicos. Con la voluntad de ingresar en una Orden religiosa y con el aval de Juan Bautista Castro (1846-1915), Arzobispo de Caracas su amigo y guía espiritual, se dirigió a Italia en 1908; es recibido en la Cartuja de Lucca donde lo denominaron “Fray Marcelo”.

La quebrantada salud lo obliga renunciar. En Caracas ingresó al Seminario de Santa Rosa de Lima en 1909. Los superiores lo envían al famoso Colegio Pío de Roma en 1913 para la culminación de la carrera sacerdotal; al no poder soportar las exigencias de la formación eclesiástica, contra su voluntad regresa a Venezuela continuando su meritoria labor en la búsqueda de la salud de todos sus pacientes especialmente los menesterosos. El 29 de junio de 1919 a las dos de la tarde salió de su residencia caraqueña para atender a una anciana con quebrantos de salud en la calle Amadores de la parroquia La Pastora; luego de atenderla se dirigió en busca de las medicinas a una botica (farmacia); cuando regresaba un auto Marca Ford T modelo 1918, de los pocos existentes en la Caracas de entonces, esquivando a un muchacho que iba en una carretilla lo atropelló en la esquina de Amadores.

Según la señorita Angelina Páez, testigo presencial del accidente, oyó la exclamación “¡Virgen Santísima!” El Dr. Hernández fue llevado por el consternado conductor al Hospital Vargas, por cierto amigo del Dr. Hernández, agradecido por los servicios médicos que le proporcionaba. Al no encontrar un médico salió en vano a buscar al doctor Luis Razetti, pues el “Siervo de Dios” ya había fallecido por la fractura recibida en el cráneo. El conductor informó que el Dr. Hernández llevaba un libro de oraciones. En el hospital se encontraba el sacerdote Tomás García Pompa, quien le impuso la absolución bajo condición.

El velatorio realizado en la casa Nro. 57 entre las calles Tienda Honda a Puente de La Trinidad, y el entierro en el Cementerio General del Sur constituyeron un verdadero sentimiento de dolor y agradecimiento por parte de toda la comunidad que le atribuyen milagros y curaciones. En Isnotú una capilla y una casa adaptada como museo muestran a los miles de peregrinos, objetos personales “Siervo de Dios”, e innumerables placas, medallas y recuerdos que llevan los visitantes agradecidos, pendientes de las altas autoridades religiosas en Roma por la elevación al altar de este médico magnánimo. En su proceso de canonización abierto en 1949, se le ha concedido el grado de “Venerable” en 1985.

A causa de un incendio en la tumba por la cantidad de velas que le colocaban los devotos en testimonio de agradecimiento o buscando solución a sus problemas y/o curaciones, las autoridades trasladaron sus venerados restos a la iglesia de la parroquia Candelaria en Caracas el 23 de octubre de 1975, donde se le oficia una misa diaria a las 6 p.m. Instituciones hospitalarias, educativas, públicas y privadas, calles, avenidas, urbanizaciones y comercios llevan el nombre del Dr. José Gregorio Hernández, “El Venerable” médico de los pobres.

 

(*) General de Brigada                                                                          churuguarero77 @gmail.com
                                                                                                                                       @eumenesfu

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