Haití, hora cero
Erika Casajoana
18/01/2010 - 16:07 horas
erika@casajoana.us
Ante todo, seguridad.
Son conocidas las terribles condiciones de vida en Haití, ya antes del terremoto del 12 de enero. Casi la mitad de la población es menor de edad, y aun así el presupuesto de educación es sólo el 1,4% del PIB. El 47% son analfabetos y el 70% sobreviven con menos de 2 dólares al día. En una superficie como Bélgica, malviven 9 millones de habitantes, casi tantos como en Bélgica mismo, el segundo país más denso de Europa detrás de Holanda.
Pese a estas terribles cifras, el principal problema no es ni la pobreza ni la sanidad ni la educación, sino la seguridad. Cuando no puedes desplazarte para ganarte la vida o ir a a la escuela, porque temes no volver sano y salvo, no hay economía que funcione.
Y ahora la seguridad es más importante que nunca. Olé por los 10.000 soldados norteamericanos que hoy llegan a Haití, ante los aspavientos de la nueva jefa de exteriores europea, que quiere poner el acento en la «coordinación» humanitaria más que en la presencia militar. Catherine Ashton no ve que la seguridad es conditio sine qua non para todo el resto.
Un equipo español debió abandonar el rescate de una niña viva bajo los escombros para evitar ser tiroteados en una lucha callejera.
Francia, y también Brasil, se quejan de que Estados Unidos ha impedido a aviones suyos aterrizar en el atiborrado aeropuerto capitalino para favorecer a los propios. Indiscutiblemente, los norteamericanos deben guardar las formas, sobretodo considerando que invadieron y colonizaron Haití entre 1915 y 1934. Pero las autoridades haitianas decidieron ceder a los EE.UU. el control del aeropuerto y fueron técnicos yanquis quienes restablecieron la operabilidad pese al hundimiento de la torre de control.
Seguiremos hablando de este terremoto durante muchos años, ya nada será igual en el infortunado país caribeño. Es muy mala suerte que la falla haya acumulado tensión sin liberar desde hace más de 200 años, y que el epicentro haya sido en el área metropolitana de la capital, donde se concentra más población y las instituciones para liderar la crisis.
La Minustah, Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en Haití, en pie desde 2004, había conseguido avances efectivos en seguridad a pesar de un limitado contingente de 8.000 efectivos entre militares y policías. El mando brasileño ha hecho una buena y discreta labor estos años, permitiendo que Haití pudiera celebrar unas elecciones democráticas el 2006. Iniciaron su mandato llevando a las estrellas del equipo nacional brasileño de fútbol a jugar en Puerto Príncipe enmedio de un gran entusiasmo. Con todo, los comienzos debían ser forzosamente difíciles y durante un tiempo se tildaba a Minustah de ser la «Turistah», acusación del todo injusta visto lo que ofrece la desafortunada república caribeña. Quedan muy lejos los días en que Elizabeth Taylor y Richard Burton pasaron en Haití una luna de miel, en los años 60.
Con excepión de la desgracia de los huracanes en 2008, la Minustah había conseguido que Haití no fuera noticia, y su mandato se había extendido hasta septiembre de 2010. Lógicamente, Naciones Unidas deberá volver a renovar el mandato de la Minustah, aparte de la misión específica de reconstrucción que también se montará. El Estado está físicamente destruido, con los principales edificios públicos derrumbados e importantes altos cargos bajo las ruinas. Archivos históricos, legado cultural, museos, ni siquiera podemos evaluar las pérdidas entre tanto escombro. Un tercio de la población haitiana está afectada por el terremoto.
Haití es el país que más me ha impresionado, tanto por su pobreza como por la sinvergüenza de sus élites. Siento escalofríos al ver que mis edificios habituales allá, y la gente que contenían, han dejado de existir. Cuando el presidente René Préval habló los primeros días de centenar de miles de muertos, pensé que exageraba. Ahora se estiman cifras de hasta 200.000 muertos, que convertirían esta en la más mortífera catástrofe natural en el mundo, sólo superada por el tsunami de 2004.
La comunidad internacional y millones de ciudadanos en todo el mundo están respondiendo a la magnitud del reto para evitar más víctimas y reconstruir el país.erika@casajoana.us
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