EL UNIVERSAL
Vientos de cambio en Irán
ADOLFO R. TAYLHARDAT | EL UNIVERSAL
miércoles 19 de junio de 2013 12:00 AM
Todavía es prematuro vaticinar qué rumbo tomará Irán luego de la elección presidencial del viernes pasado. Sin embargo, muchos factores conducen a pensar que en ese país se producirán cambios muy importantes tanto en el ámbito interior como en sus relaciones con el resto del mundo.
El hecho de que el nuevo presidente, Hasán Rohani, un político de tendencia moderada haya sido elegido en la primera vuelta con el 50,7 de los votos, en unos comicios que se caracterizaron por una elevada participación (80%), y que el régimen lo haya proclamado tan pronto se completó el conteo de los votos, son, de por sí, elementos importantes a tomar en cuenta. El hecho de que se haya impuesto en una contienda en la cual participaron en total seis candidatos y que el contendor que quedó en segundo lugar, el alcalde de Teherán, Mohamad Bagher Ghalibaf apenas alcanzara 16.6 % le otorga al nuevo Presidente un peso importante en el escenario político de su país.
A lo anterior hay que sumar una serie de elementos de sus antecedentes y de su desempeño político: Rohani, de 64 años educado en el Reino Unido, abogado graduado en la Universidad de Glasgow, es un clérigo chií moderado de nivel medio (tiene el rango de hojatoleslam, un grado inmediatamente inferior al de ayatolla). Tiene en su haber una larga carrera política. Fue electo diputado 1980 y en 1989 se desempeñó como vicepresidente del parlamento. Fue secretario del Consejo Nacional de Seguridad, órgano que define la política nuclear y de defensa, del cual todavía se desempeña como miembro. Actualmente es miembro de la Asamblea de Expertos y del Consejo de Discernimiento, dos importantes órganos consultivos del régimen.
Durante su campaña electoral hizo ofrecimientos que, de cumplirlos, introducirán cambios significativos en la vida de su país. Prometió gobernar con prudencia, ofreció dictar una "Carta de derechos humanos", se ha pronunciado a favor de los derechos de las mujeres y de las minorías, ofreció también levantar las restricción al Internet, liberar a los presos políticos, relajar la persecución de la policía moral. Ofreció tender la mano a la comunidad internacional prometiendo conducir una política exterior que promueva la "interacción constructiva" con la comunidad internacional. Apenas conoció su triunfo le pidió a la comunidad internacional el reconocimiento "de los derechos de Irán" y ofreció, a cambio, "una respuesta apropiada" en las negociaciones nucleares. A este respecto es importante señalar que siendo el principal negociador nuclear iraní, en el 2003 aceptó la suspensión voluntaria del enriquecimiento de uranio exigida por Occidente, la cual fue interrumpida en el 2005 cuando asumió el poder Ahmadinejad.
Durante su campaña formuló severas críticas al Gobierno por la desastrosa situación económica que ha tenido que sufrir Irán como consecuencia del aislamiento internacional que le ha sido impuesto por su rigidez en las negociaciones nucleares.
Otros elementos importantes que sin duda fortalecen al nuevo Presidente son el hecho de que el régimen reconoció inmediatamente el resultado del recuento de votos llevado a cabo con total transparencia y el regocijo con el cual la población se lanzó a la calle para festejar el triunfo de Rohani. Esto en país donde como aquí se manipulan los resultados electorales como ocurrió en el 2009 debería servir de lección al régimen de la "revolución socialista".
Es cierto que en Irán el poder lo ejerce el "Líder Supremo", el ayatolla Alí Khamenei, quien tiene la última palabra en las decisiones del Estado. Pero esto no significa que el Presidente sea una simple figura decorativa. Todo parece indicar que entre ambos prevalecerá un clima de respeto mutuo y de no injerencia en sus respectivas atribuciones y competencias.
Por lo que respecta a Venezuela, si bien es prematuro conjeturar, todo parece indicar que se producirán cambios profundos en las relaciones bilaterales. Para comenzar, desaparecerá el lenguaje antinorteamericano estridente y agresivo que compartían el finado Presidente y el saliente gobernante iraní. El régimen chavista pierde su principal aliado en el extravagante, ambicioso y absurdo empeño de "destruir el imperio" y propalar la "revolución socialista mundial" contra el "capitalismo salvaje" mediante una especie de guerra fría entre el sur y el norte.
Lo más probable es que los ambiciosos proyectos, muchos de ellos insensatos, contemplados en los varios centenares de acuerdos concluidos por los dos exmandatarios quedarán en el limbo -donde de hecho prácticamente se encuentran ya-, entre otras razones por la imposibilidad de continuarlos como resultado de la desastrosa situación económica prevaleciente en ambos países. Aquella "alianza estratégica" ("grupo de los dos" G2 o "Chavmadinejad") anunciada con bombas y platinos por ambos mandatarios quedará como una página tragicómica en la historia bufa de las relaciones contra-natura establecida entre ambos mandatarios.
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