domingo, 28 de abril de 2013

ALEJANDRO SUCRE


Sí y No de controlar

El gran primer paso del Gobierno debe ser congelar 

el presupuesto fiscal del 2013

ALEJANDRO J. SUCRE |  EL UNIVERSAL
domingo 28 de abril de 2013  12:00 AM
El Gobierno venezolano No debería controlar el tipo de cambio, los precios ni racionalizar las importaciones. Lo que sí debe controlar el Gobierno es su propio gasto. Controlando su propio gasto y la concentración monopólica propia y del sector privado, el Gobierno propiciaría en Venezuela vivir un nuevo auge. Varias veces he insistido en que es en el gasto fiscal donde encontramos el punto crítico para cambiar el destino económico del país. Un gasto público controlado y productivo que implique más infraestructura, educación, seguridad ciudadana, y salud, por bolívares gastados y que no permita que la liquidez monetaria crezca por encima de la producción nacional haría viable reducir los controles. Entendemos la necesidad de inyectar recursos para las variadas misiones que ha impulsado el Gobierno. Sin embargo, éste debería enfocarse en fortalecer la Contraloría y en cambiar el sistema de incentivos para los empleados públicos para hacerlos más productivos. 


Si a través del tiempo, las prioridades de gastos y de inversión del presupuesto fiscal fuesen adecuadas (i.e., en cuanto a que están alineadas con los intereses de desarrollar una población productiva y a que siguen criterios técnicos para el desarrollo de las naciones del mundo de acuerdo a sus ventajas comparativas), y si luego ese gasto fiscal fuese ejecutado eficazmente (i.e., mediante una vigilancia social y política), entonces Venezuela llegaría a altos niveles de crecimiento económico, bajos niveles de concentración monopólica en las diferentes industrias del país, baja inflación, reducidas tasas de interés, alta estabilidad cambiaria, altos niveles de inversión privada, muchas fuentes de empleo y poca marginalidad. 


Es en el gasto fiscal donde Venezuela debe concentrar su esfuerzo por modernizarse. Al erosionarse la disciplina fiscal, la educación y la salud pública decaen, las obras de infraestructura cuestan más y se hacen más lentamente, el desempleo crece y el gasto fiscal se ve obligado a crecer incesantemente para paliar el malestar social. 


Cuando la liquidez monetaria crece más que la producción, la inflación se desata y las tasas de interés suben al igual que la devaluación. Debemos garantizarnos que el nuevo presupuesto fiscal trascienda los intereses personales. Esta disciplina fiscal no contradice la necesidad de mejorar la distribución de la riqueza. El Gran Viraje y la Agenda Venezuela no trascendieron los intereses de algunos funcionarios públicos, algunas transnacionales y corporaciones y del FMI. 


En los noventa, las pequeñas empresas y la población no activa económicamente fueron víctimas o sujetos pasivos de las transformaciones económicas y los aliviaban con algunos subsidios. Considerando las carencias históricas, el cooperativismo, el crédito blando a los microempresarios y a las PYME, la cogestión, las misiones de salud y de educación apuntan hacia un desarrollo desde las raíces de la sociedad. Sin embargo, falta más eficacia en esos programas. Aunque el presupuesto fiscal hoy está mejor enfocado que durante la década de los noventa, el alerta pasa a ser cómo se administra ese bien enfocado gasto fiscal. El gran primer paso del Gobierno debe ser congelar el presupuesto fiscal del 2013 y los créditos adicionales y verá cómo desciende la inflación y la devaluación en el país. Sí al control del gasto público. No al control de la actividad productiva.

alexsucre@hotmail.com

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