viernes, 25 de diciembre de 2009

Carlos Raúl Hernández //
Betancourt, Lula, Carlos Andrés, Castro


Los demócratas tenemos que lidiar con Lula para cuando le llegue la hora de cambiar Lula ha sacado de la pobreza a varios millones de sus compatriotas, llevándolos a la clase media y al consumo moderno. El históricamente frustrado eslogan nacional de "Brasil: el país del futuro" hoy se realiza en ciudadanos que aspiran un futuro mejor con el esfuerzo propio y no, según la irresponsabilidad populista, lamiendo la mano de un padrote, llámese Vargas o quien sea. Las empresas productivas florecen, aumenta la población empleada y es uno de los pocos países latinoamericanos, junto a Perú y Chile, que la crisis les pasó de largo. Su gobierno se ha dedicado a cultivar relaciones económicas con todos los bloques y, a diferencia de regímenes con taras, lo ha hecho para fortalecer su aparato productivo. La concesión Lula ha conseguido una concesión llamada Venezuela a los grandes empresarios de San Pablo, que reclamaban una presa para abandonar el acoso al gobierno del PT. El antiguo obrero metalúrgico (semianalfabeto: dicen que tarda una hora en leer la página de un libro) logró que invitaran a su país al G-8, es impulsor del G-20 y se dirige, con apoyo de Francia, a ocupar un asiento en el Consejo de Seguridad de la ONU. Ha contribuido a consolidar la democracia, la gobernabilidad y las instituciones jurídicas de Brasil. ¿Por qué? Entonces... ¿qué pasa con él? ¿Por qué apoya en Venezuela algo que deja lejos en corrupción a cualquier dictadura banana del pasado y petrolera del presente, una vergüenza continental? ¿Por qué truculencias que enlodan su méritos para proteger al polichinela de Zelaya? Lula está preso (o huésped) del síndrome progresista, igual que gran parte de los demócratas que no soportan el chantaje desde el radicalismo, fenómeno mucho más generalizado que lo referente al Padrote de Sabaneta. Cuánto tardó el progresismo venezolano (o latinoamericano, o del mundo) en "comprender" el espanto de la Isla del Doctor Castro, tanto que hasta Zapatero y Bachelet todavía le hacen guiños? ¿Cómo es que la Internacional Socialista despachó con toda irresponsabilidad el esfuerzo de Honduras por salirse de la amenaza totalitaria? En Venezuela tuvimos la suerte de que dos líderes históricos enfrentaran la amenaza y le pisaran la cabeza. Betancourt lo hizo de frente, sin remilgos y logró enjaular a Castro en Cuba. Carlos Andrés Pérez, más sutil, derrocó a Somoza y luego a los sandinistas sin polemizar con ellos y evitó la expansión del virus en Centroamérica.  Algunos apelarán al inexistente tribunal de la historia para el juicio que nunca ocurrirá. Los demócratas venezolanos tenemos que lidiar con Lula para cuando, como a todo pragmático, le llegue la hora de cambiar.

carlosraulhernandez@gmail.com

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